En declaraciones al diario mexicano La Jornada realizadas en Quito y publicadas hoy, Correa señala que la sublevación policial del pasado 30 de septiembre fue un golpe de Estado frente al cual nada se negocia, sino que cabe únicamente aplicar la ley.

El mandatario ecuatoriano confesó que en aquel trance sintió "muy cerca" la muerte en tres o cuatro ocasiones, y que le invadieron sensaciones de indignación y tristeza más que de miedo ante lo que estaba sucediendo.

"Yo me siento como un perdedor. Todos perdimos", afirmó. Y criticó que algunos medios de comunicación estadounidenses, como la cadena CNN y el Washington Post, se han negado a equiparar la sublevación con un golpe de Estado.

Correa afirmó además que todas las estructuras de inteligencia del Estado ecuatoriano fueron penetradas por la Agencia Central de Inteligencia, algo que ha obligado a reorganizar toda esa área donde hubo una traición, especialmente en los servicios vinculados con la Policía.

"Hemos tenido que buscar cuadros alternativos, algo que no se forma de la noche a la mañana. Recién en 2009 logramos aprobar la ley del sistema nacional de inteligencia", agregó.

El mandatario defendió el papel de las Fuerzas Armadas de su país, que "se portaron profesionalmente" ante la situación confusa que se creó cuando el presidente tuvo que refugiarse en un hospital y pasó varias horas acosado por policías sublevados hasta que fue rescatado. Sin embargo, sostuvo que dentro de ellas hay "grupos duros con vinculaciones políticas a quienes no les importa ni la Fuerza Aérea ni la democracia, sino mantener sus privilegios y sus conductas represivas".

Correa señaló que tras la sublevación el presidente de EE.UU., Barack Obama, le telefoneó un par de veces y le dijo que no tenía nada que ver con lo ocurrido, algo que él cree. "Es buena persona, pero no ha podido cambiar la inercia de gran parte del aparato político de EE.UU.", agregó Correa, quien, sin embargo, no descarta la participación en el complot en su contra de "sectores que actúan incluso contra el presidente" estadounidense.

Por su parte, en una entrevista publicada por el diario El Telégrafo, el ministro de Relaciones Exteriores señaló que esos grupos de poder son "de derecha, no solo de Estados Unidos, sino de otros países que actúan al margen de los Gobiernos", aunque también descartó la participación de la Administración del presidente Barack Obama en el alzamiento.