13:40 › EL MUNDO áRABE SE DEBATE ENTRE LA REPRESIóN Y EL CAMBIO
El primer ministro Mohamad Naji Otri, quien ya presentó su dimisión al jefe de Estado en medio de la ola de protestas políticas que estallaron el pasado 18 de marzo y que ya han provocado decenas de muertos, mantendrá el cargo hasta que Bashar Al Assad, quien asumió la presidencia en 2000 luego de la muerte de su padre, Hafez Al Assad, forme un nuevo gobierno, que deberá implementar las reformas que exige la oposición, entre otras, el levantamiento del Estado de sitio que rige desde hace 50 años.
El jefe de Gobierno saliente formó su gabinete, con un perfil tecnócrata, el 18 de septiembre de 2003, cuando fue designado primer ministro en reemplazo de Mohamed Mustafa Miro. Fuentes oficiales, consultadas por la agencia Efe, adelantaron que probablemente mañana se anuncie el sustituto de Otri. La crisis del gobierno se produce después de varios días de protestas en distintos puntos del país, en las cuales han muerto más de 130 personas, según la oposición, aunque, según Damasco, las víctimas mortales son una treintena.
Los grupos opositores acusan a las fuerzas de seguridad de ser responsables de la represión, pero el Gobierno sostiene que los disturbios fueron causados por "bandas armadas" y radicales islámicos.
Hoy, centenares de miles de personas participaron en multitudinarias manifestaciones en las principales ciudades del país en apoyo al presidente sirio, en un intento del régimen por ganar apoyo popular ante las protestas populares. Según las imágenes de la televisión estatal, los participantes en esas muestras de apoyo al régimen llevaban pancartas como "Urgente: la conspiración ha fracasado" o "Hemos hecho caer la conspiración y las divisiones sectarias". En las concentraciones de hoy un gran número de manifestantes portaban banderas sirias y retratos de Bashar al Assad.
Desde que estallaron las protestas, el Gobierno de Damasco ha desviado la responsabilidad a actores extranjeros no identificados que, según su opinión, quieren extender a Siria las revueltas que estallaron en varios países de la región. El régimen asegura que es blanco de un complot inspirado desde el extranjero para castigar a Siria por su apoyo a grupos opuestos a EEUU, en una clara referencia al grupo chiíta libanés Hezbolá, al palestino Hamás y a las buenas relaciones con Irán.
Las concentraciones de hoy en apoyo al régimen se llevaron a cabo en la capital, Damasco, y en las ciudades de Alepo, Hama o Hasake. Las manifestaciones de la oposición, sin embargo, se han concentrado en Damasco, en la ciudad portuaria de Latakia y en la localidad sureña de Deraa, cerca de la frontera con Jordania.
Siria se había mantenido hasta ahora al margen de la ola de revueltas en la región, entre otras razones porque no existen tantas desigualdades sociales como las que hay en países como Túnez y Egipto. Unido a ello, el fuerte aparato policial en Siria ha acallado en los últimos años cualquier señal de protesta y, además, Al Assad es visto como un elemento de cohesión social frente a los riesgos sectarios que existen en el país, según los analistas.
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