El acuerdo alcanzado ayer entre el presidente hondureño, Porfirio Lobo, y Manuel Zelaya, que permite al derrocado ex mandatario regresar a Honduras, dejó prácticamente sellado el regreso del país a la OEA, dio paso a la normalización de las relaciones con naciones vecinas, y generó la celebración de los simpatizantes del ex jefe del Estado.

Zelaya calificó al acuerdo rubricado ayer en Cartagena de Indias, Colombia, como "un avance sumamente importante, histórico, en la restitución de los derechos democráticos para todos los hondureños".

Los pasos para consultar al pueblo sobre la convocatoria a una Asamblea Constituyente quedaron garantizados por el Acuerdo de Cartagena, afirmó el mismo Zelaya, en relación al tema que, precisamente, fue el argumento esgrimido por los golpistas para derrocarlo el 28 de junio de 2009.

Por su parte, el presidente Lobo, insistió en su propuesta de "dar vuelta a la página" de la crisis creada por el golpe del 2009, prometió cumplir con los compromisos que adoptó y agradeció el respaldo de los países latinoamericanos para el acuerdo que permitirá que Zelaya vuelva a Tegucigalpa.

Y subrayó que el acuerdo garantiza el retorno "seguro" del ex presidente constitucional y funcionarios de su administración, "quienes gozarán de todos los derechos y garantías que otorga la Constitución a cualquier ciudadano del país".

También afirmó que se aceptó la legalización del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) como fuerza política. El subcoordinador del FNRP, Juan Barahona, lo confirmó, pero aclaró que la organización "no cree que deba reincorporarse a Honduras a la OEA en la asamblea del 5 de junio, porque los acuerdos, además del regreso de Zelaya, (todavía) deben ponerse en práctica".

En tanto, el destituido ex mandatario declaró que con el acuerdo se selló el reconocimiento y respeto a los derechos humanos, y la "oportunidad para que las víctimas del golpe militar puedan tener una instancia donde ser compensadas", consignó la agencia Prensa Latina.