El lider Libio "insistió en el hecho de que no estaba dispuesto a irse de su país, pese a las dificultades", afirmó Zuma a través de un comunicado de la Presidencia difundido tras la reunión de ayer en Trípoli y luego de que se conociera la deserción de varios altos mandos militares leales a Khadafi.

Para la OTAN, este hecho fue la “confirmación” de fractura en el seno del régimen. "El reinado del terror de Khadafi está acabándose", dijo en una rueda de prensa Lungescu, para quien las "fracturas en el régimen son claramente visibles".

Frattini, jefe de la diplomacia de Italia -antigua potencia colonial en Libia-, estuvo en la ciudad de Benghazi, cuna de los rebeles contra el régimen. Desde allí dijo que Khadafi está “acabado” y lo instó a dimitir. “Debe dejar el poder y debe abandonar el país", declaró. "Sus colaboradores lo han dejado, ya no tiene apoyo internacional, los líderes del G8 lo rechazan: debe irse", dijo en una rueda de prensa con el responsable de Relaciones Exteriores del opositor Consejo Nacional de Transición (CNT), Alí al Esaui.

Por su parte, el portavoz de la misión aliada en Libia, el comandante Mike Bracken, aseguró que las fuerzas del gobierno están en retroceso en la mayor parte de Libia. Según explicó, la situación en Misrata mejoró para los rebeldes, así como también en Trípoli, donde hubo "claras indicaciones" de que Khadafi está amenazando a la población, denunció.

Bracken enfatizó que la intención de la alianza es mantener la presión como sea necesario. No obstante aclaró que la OTAN no tiene a ninguno de sus soldados pisando el suelo libio.