21:21 › CON UNA PARTICIPACIóN HISTóRICA DEL 90 POR CIENTO DEL ELECTORADO
Helle Thorning-Schmidt será la primera mujer al frente del gobierno de Copenhague, luego de que la socialdemocracia y sus aliados obtuvieran el 50,5 por ciento de los votos y 89 escaños en las elecciones generales de la fecha. El centroizquierda se quedaría a una banca de las 90 necesarias para alcanzar la mayoría en el Parlamento, que podría conseguir si suma a alguno de los cuatro diputados que representan los territorios autónomos de Groenlandia y las Islas Feroe.
Aunque escrutados el 81 por ciento de los votos, el partido gobernante obtuvo el 48,7 por ciento de los votos y 86 escaños, hecho que lo consagraría como ganador en términos individuales, los cuatro partidos autonómicos que parten como claros favoritos para lograr su representación en el Parlamento adelantaron que apoyarán a Thorning-Schmidt. A pesar de que los socialdemócratas, el partido que dominó la política danesa en la segunda mitad del siglo XX, recuperan el poder después de diez años, lo hacen en una situación precaria, ya que el Partido Liberal del primer ministro, Anders Fogh Rasmussen, obtendría una ligera ventaja frente a los socialdemócratas.
El triunfo del centroizquierda se debe en buena medida al resultado de los dos partidos más pequeños: la coalición "rojiverde" Lista Única y, sobre todo, el centrista Partido Radical Liberal. Pero los "radicales" recuperan sobre todo su condición de "árbitro", que en los últimos diez años le había arrebatado el ultraderechista Partido Popular Danés, que desde 2001 ha impuesto su férrea posición frente a la inmigración a cambio de garantizar la mayoría absoluta del gobierno liberal-conservador.
Thorning-Schmidt, quien ocupará la presidencia rotatoria de la UE a partir del próximo 1 de enero, deberá hilar fino para poder conciliar las notables diferencias en el seno del centroizquierda, sobre todo en política económica y de inmigración. Mientras los "rojiverdes" y "radicales" defienden una posición más abierta en inmigración que la de socialistas y socialdemócratas, los "radicales" apoyan las reformas del anterior gobierno del sistema de jubilaciones y prejubilaciones y de amplios recortes sociales, algo a lo que se oponen el resto de formaciones de centroizquierda.
Las diferencias internas en el centroizquierda y la derecha evidencian el fin de la férrea política de bloques que impera desde 2001 y anticipan el regreso a una línea de pactos entre ambos lados del espectro político, más acorde con la historia política danesa. A pesar de ceder el poder, los liberales obtienen un resultado mucho mejor de lo que indicaban las encuestas hace unas semanas, además de mantener su condición de partido más votado. Peor parado sale el Partido Conservador, su antiguo socio de coalición, que ve reducido a la mitad su apoyo y se ve igualado por la Alianza Liberal.
El gran perdedor, sin embargo, es el Partido Popular Danés y su líder Pia Kjörsgaard, no sólo porque baja en votos por primera vez desde su creación en 1995, a pesar de seguir siendo la tercera fuerza, sino porque pierde toda la influencia que le había permitido convertirse en la "reina" de la política danesa. Su discurso centrado casi exclusivamente en los inmigrantes, especialmente en los musulmanes, quedó oscurecido en la campaña, dominada por el debate sobre las reformas necesarias para superar la crisis económica y mantener el modelo de bienestar.
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