Para alcanzar esta unión y reforzar la administración económica de la eurozona, Merkel y Sarkozy anunciaron que presentarán una propuesta para reformar los tratados. El texto se hará llegar al resto de socios europeos antes de la próxima cumbre del 9 de diciembre con el objetivo de que todo el mundo conozca los planes del eje franco-alemán. "Hay que coordinar más nuestras políticas si queremos una moneda estable", reiteró Merkel.

Por su parte, Francia, que consideraba que el BCE debía ser el prestamista de último recurso, permanecía alejado de las ideas de Alemania, que insistía en no dejar que el Banco intervenga de forma masiva en el mercado de la deuda, sigue pensando que los tratados europeos permiten una intervención masiva del BCE en el mercado secundario.

"El BCE no está en el debate y hay que dejar de hablar para bien o para mal del instituto emisor, porque es independiente", reconoció Sarkozy contrariamente y justificó su cambio de opinión al asegurar que el objetivo es "tomar una decisión". "Podemos ser cabezones o dar un paso atrás", añadió el jefe del Ejecutivo francés antes de comentar: "Francia tiene una cultura y Alemania otra, intentamos entendernos lo mejor posible y hablo todos los días con la señora Merkel. Pero, ¿de verdad creen que eso significa que estamos de acuerdo en todo? Ójala", conjeturó.

Por su parte, la canciller alemana aclaró que "creemos en un euro fuerte estable que sea apreciado como moneda estable en todo el mundo y vamos a hacer lo imposible por defenderlo. Eso implica que tenemos que tener más confianza recíproca y colaborar mucho más estrechamente entre los países del euro". Por tal motivo, agregó, harán "una revisión de los tratados que integrará a los países del euro en una unión fiscal con más integración política". Entonces, "todo lo demás se desdramatizará y no hará falta hablar ni de ampliar el papel del BCE ni de los erubonos".

p>La reunión también tuvo como objetivo evitar que la crisis en Italia y España se extienda a toda la eurozona, conformada por 17 países. Con un desempleo récord y al borde de la recesión, ambos países son objeto de violentos ataques de los mercados y de los especuladores financieros.