15:06 › MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA
Al declarar en el juicio contra una veintena de represores por delitos de lesa humanidad cometidos en centros clandestinos de detención del Circuito Camps, entre ellos Puesto Vasco, donde estuvo detenida, Lidia Papaleo de Graiver relató las amenazas que en 1976 le efectuó Héctor Magnetto para obligarla a vender la compañía y aseguró que nunca olvidará su mirada intimidatoria.
"En el edificio del diario La Nación, (Héctor) Magnetto me amenazó a mí y a mi hija (María Sol Graiver). Me dijo que no había opción" precisó la viuda de David Graiver, y agregó que entonces su hija tenía dos años y medio. Lidia comenzó recordando que su esposo murió "en un accidente provocado" el 7 de agosto de 1976, cuando ella y la niña se encontraban en México. "Regresamos a la Argentina el 6 de septiembre de 1976, y a partir de ahí, recibimos amenazas personales y en grupo, telefónicas y personales, de todo tipo, donde nos decían que teníamos que vender Papel Prensa y que teníamos que vender las empresas a personas argentinas y que no fueran judías".
Papaleo comenzó así a relatar la apropiación de Papel Prensa, sufrida durante la última dictadura militar. Recordó que un mes y medio antes de morir su esposo, un amigo mexicano, Gabriel Alarcón, le dijo: "David, debes vender Papel Prensa porque te va a costar la vida". "Yo no sabía qué era Papel Prensa, y esa noche le pregunté (a David), y me tranquilizó diciéndome que Alarcón pensaba que en Argentina las cosas se manejaban como en México", relató. Explicó también que "cuando fui al velatorio de la mujer de (Francisco) Manrique, quien murió de un ataque de asma, él también me aconsejó que vendiera Papel Prensa cuanto antes".
Finalmente relató lo ocurrido la noche del 2 de noviembre de 1976, cuando es citada a las oficinas de La Nación, junto con los padres y el hermano de David Graiver. "Era un salón grande, por un lado estaban los padres de David; por otro lado, Isidoro; unos estaban reunidos con Bartolomé Mitre y otros con Campos Carlés, no recuerdo bien; y yo estaba en otro lado con (Héctor) Magnetto". "Recuerdo sus amenazas a mí y a mi hija, recuerdo su mirada, decía que debíamos firmar o perdíamos la vida mi hija o yo, eran amenazas de muerte".
La viuda de Graiver recordó que luego de firmar el traspaso de las acciones, habla con "un señor de Clarín, un abogado de apellido Sofovich", que le dijo que Clarín "había pasado a manos de la señora Ernestina de Noble y me aconsejó que me fuera del país ese mismo día". Precisó que Gainza Paz "fue el intermediario, el que trajo a los tres diarios compradores de Papel Prensa". "Me dijeron que me fuera al Puerto, que ni siquiera regresara a mi casa, que encargara a alguien que me lleve las cosas, que no volviera más a mi casa y me fuera del país", agregó.
A principios de marzo de 1977 fue detenido Juan Graiver, padre de David, y el 14 de marzo de ese mismo año, ella. "Desde el primer día que llegué a Puesto Vasco me torturaron y maltrataron más que a nadie", recordó. Aseguró que "me pegaban, escupían, torturaban y eyaculaban encima, pero preferiría englobar esto en maltrato y no dar más detalles", ante lo cual el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, presidido por Carlos Rozanski, le propuso que ampliara la declaración sin público ni medios de comunicación.
Papaleo, quien estuvo detenida hasta el 7 de abril en Puesto Vasco, pasó luego por otros centros de detención hasta que fue puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Recuperó la libertad el 24 de julio de 1982 después de haber sido juzgada por un Consejo de Guerra. Contó que en una oportunidad fue sacada de Puesto Vasco para que vendiera las acciones del diario La Opinión, guardadas en la casa de una familia amiga de apellido Sajer, que fue saqueada.
La viuda de Graiver identificó a dos de sus torturadores como Norberto Cozzani y otro de apellido Rojas, y precisó que este último tenía un perfil más contemporizador mientras que Cozzani era el violento. Recordó que compartió cautiverio con varias personas que trabajaban en las empresas de su esposo, como "Silvia Fanjul y Lidia Angarola, con un contador de apellido Bogani, un abogado, y un señor de apellido Tur". "Me amputaron seis años de vida y seis años de la vida de mi hija", denunció Lidia Papaleo.
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