Jue 22.08.2013

18:29  › LOS ASESINOS DE SIEMPRE

Pinochet dispuso de armas químicas en su arsenal represivo

La exdirectora del Instituto de Salud Pública (ISP) de Chile, Ingrid Heitmann, reveló que el dictador Augusto Pinochet (1973-1990) contó con toxinas botulínicas capaces de eliminar a miles de personas, hecho que alimenta las sospechas en torno del envenamiento de Eduardo Frei y la muerte del poeta Pablo Neruda.

Los químicos, que permanecieron en secreto por 27 años en un subterráneo del ISP contiguo al Estadio Nacional de Santiago, fueron descubiertos e incinerados en 2008, sin informar al gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) o la Justicia, admitió Heitmann, quien estuvo al frente del ISP entre 2007 y 2010. "La policía fue muchas veces al ISP, pero no las encontró. No revisó el subterráneo", advirtió la exfuncionaria.

"Eran dos cajas llenas de ampollas con toxina botulínica, suficientes para matar a la mitad de Santiago", admitió la profesional, quien luego matizó su afirmación: "Se podía matar a muchísimos, pero no sé cuántos".

Las investigaciones judiciales acerca del envenenamiento de presos políticos y de la muerte de Frei en 1982 detectaron documentos que corroboraron el ingreso de las toxinas desde Brasil. Frei, al igual que el premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda, murió en el cuarto piso de la Clínica Santa María de Santiago, pero la Justicia investiga en la actualidad ambos decesos, ante la sospecha de que se trató de asesinatos.

La botulina, que desde hace pocos años tiene usos cosméticos, es una neurotoxina elaborada por una bacteria denominada Clostridium botulinum que provoca parálisis muscular progresiva y que, como arma de destrucción masiva, está prohibida por las Convenciones de Ginebra y la Convención sobre Armas Químicas. Un adulto de 70 kilos muere si se le inyecta 0,15 picogramos de la toxina. Como antecedente, cada picogramo equivale a apenas la billonésima parte de un gramo. La toxina también puede ser suministrada oralmente.

La doctora Heitmann, quien en los albores de la dictadura fue detenida y torturada dos veces, reconoció que quedó impactada cuando sus subalternos encontraron la sustancia: "Me espanté". "No pensé que pudieran ser importantes para un proceso judicial, no se sabía lo de Frei", declaró al justificar la decisión de incinerarla junto con el resto de los materiales, a pesar de que en algunas de las cajas almacenadas faltaban algunas ampollas, cosa que podría presumir su uso contra la población.

Diversos juicios por violaciones a los derechos humanos recogen testimonios y evidencias de que los genocidas trasandinos utilizaron toxina botulínica, gas sarín y talio, entre los que se destacan el asesinato del diplomático español Carmelo Soria, ultimado en 1976 con gas sarín, luego de ser torturado, y el envenenamiento de varios miembros del MIR, asesinados con toxina botulínica el 7 de diciembre de 1981 en la Cárcel Pública de Santiago de Chile.

Este último crimen ocurrió justo un día antes de que Frei sufriera un shock séptico en la Clínica Santa María tras ser operado por un equipo de médicos que resultaron ser agentes de inteligencia, como prueba el proceso judicial respectivo a punto de terminar. En los restos de Frei fue hallada además presencia de talio y gas sarín, como indican los exámenes histológicos realizados en el proceso que lleva el juez Alejandro Madrid y que está en etapa de secreto procesal.

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