Xiomara Castro votó en el oriental departamento (provincia) de Olancho, bastión electoral de la familia de su marido, "Mel" Zelaya, quien fue a sufragar con ella. La candidata prometió que de triunfar "construirá una democracia participativa" donde todos los sectores sean tomados en cuenta y se manifestó "alegre" por la masiva concurrencia a las urnas.

Orlando Hernández, en tanto, se manifestó "contento y alegre" por la masiva participación electoral de los hondureños en estos comicios y dijo que indudablemente será la "elección más concurrida y observada" de las nueve que ha realizado el país desde 1980.

El exjuez español Baltasar Garzón se encuentra como parte de una delegación invitada por un observatorio electoral de derechos humanos e indicó a la cadena radial HRN que han constatado que los "ciudadanos han ejercido su derecho al libre sufragio.

Son las primeras elecciones en que se ve amenazado el tradicional bipartidismo del PN y el Partido Liberal (PL), con un sector que también apoyó el golpe, está hoy fracturado, ya que gran parte de los que llevaron a Zelaya a la presidencia en 2006 se sumaron a Libre.

Una cuestión que preocupó a la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) con sede en París y que elaboró un informe en septiembre con organismos locales de familiares de detenidos y desaparecidos. "La violencia política se ha agravado en vísperas de las elecciones, en un contexto preocupante de militarización", dijo la FIDH, que constató "39 asesinatos y seis atentados contra la vida de opositores políticos sólo desde mayo de 2012".

También Amnistía Internacional (AI) afirmó que la "espantosa" situación de los derechos humanos en Honduras exige un pacto de los candidatos a la Presidencia para terminar con "la violencia, inseguridad e impunidad", ya que "el futuro del país pende de un hilo".

Castro, de 54 años, propone una Asamblea Constituyente -la misma que promovía Zelaya cuando fue defenestrado- para "refundar" el país bajo un "socialismo democrático a la hondureña".

La elección del actual presidente Porfirio Lobo, del PN, en noviembre de 2009 -a cinco meses del golpe de Estado-, se produjo en un comicio apoyado por Estados Unidos, pero cuestionado en su legitimidad por la mayoría de los países latinoamericanos, por haber sido realizado bajo una dictadura y con graves atentados a los medios de prensa.

Lo cierto es que esas elecciones se dieron con un abstencionismo que superó el 50 por ciento de los empadronados, un fantasma que sigue rondando el comicio del próximo domingo, en una sociedad agobiada por el miedo: el nivel de homicidios es el más alto del mundo con más de 90 por cada 100 mil habitantes, según la ONU.