En la conversación de aproximadamente una hora de duración, el presidente estadounidense alentó al Dalai Lama a mantener un diálogo directo con China, que a través de la portavoz del Ministerio de Exteriores, Huya Chunying, había pedido a Estados Unidos que cancelara el encuentro, ya que podría provocar "un grave daño" a los lazos entre los dos países y suponía una injerencia en los asuntos internos chinos.

Al anunciar la reunión en la noche del jueves, la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, Caitlin Hayden, había aclarado que Washington reconoce el Tíbet como parte de China, pero "está preocupado por la continuación de las tensiones y el deterioro de la situación de los derechos humanos en las áreas tibetanas de China".

La portavoz china, por su parte, describió al Dalai Lama, quien se exilió en India tras la represión de un levantamiento tibetano en marzo de 1959, como una "figura política" y lo acusó de "actividades separatistas bajo la excusa de la religión". Estados Unidos no debe ofrecerle una plataforma para sus "actividades antichinas" advirtió Hua Chunying.

La decisión de Obama enturbió aún más las relaciones entre Estados Unidos y China, afectadas por los reclamos de soberanía de Pekín en el Mar del Sur de la China, ya que Washington teme que el país quiera adquirir progresivamente el control sobre zonas marítimas en disputa con sus vecinos. A pesar de que en su reciente viaje, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se esforzó por aliviar las tensiones, las posibilidades de convencer a China de ceder en el conflicto se podrían haber debilitado tras el encuentro de la jornada.