Vie 14.03.2014

22:53  › BUENOS AIRES

Una masacre con "beneficio de la duda"

El Tribunal Oral 2 de San Martín absolvió por el "beneficio de la duda" al expolicía Gustavo Rey, quien fue juzgado por los homicidios de dos jóvenes del barrio La Cárcova, en la localidad de José León Suárez. En tanto, por el hecho ocurrido en 2011, fue condenado otro expolicía, Gustavo Vega, por las graves lesiones cometidas contra Joaquín Romero, de 22 años, quien logró sobrevivir. El miércoles 26 se conocerá el monto de la pena y los argumentos de la absolución.

Rey, de 26 años, era juzgado por los crímenes de Franco Almirón (16) y Mauricio Ramos (17), quienes recibieron disparos con balas de plomo, luego de que un tren de carga descarrilara en La Cárcova, y la policía reprimiera ante un intento de saqueo. La fiscalía y la querella, representada por el CELS, había pidido prisión perpetua por “doble homicidio agravado” contra Rey.

En los alegatos, que se extendieron por más de cuatro horas, la parte acusadora argumentó que la situación planteada luego del descarrilamiento, que derivó en un “intento de saqueo”, ya había sido controlada con la presencial policial y las balas de goma disparadas como disuasión. “El caso no ameritaba el uso de armas de fuego porque así lo reconocieron los propios jefes del operativo” al declarar en la audiencia.

Los fiscales Ana Armetta y Raúl Surraco señalaron ante los jueces del Tribunal Oral 2 de San Martín que “está probada la autoría” de los dos imputados y que “la verdad comenzó a salir a la luz al día siguiente” del episodio.

La noche del hecho, los vecinos del barrio La Cárcova rodearon la comisaría de José León Suárez y quemaron autos, porque “ellos no tenían ninguna duda sobre quiénes eran los responsables de las dos muertes y del joven herido”. Agregaron que la investigación entró en su cauce definitivo “cuando se dio intervención a los peritos de Gendarmería y se apartó a la policía local, porque las pericias balísticas y planimétricas terminaron de corroborar que los vecinos tenían razón”.

La primera detención, recordaron, fue la de Vega, quien fue señalado por otro policía, Ignacio Gastón Azario, quien declaró en la causa que había visto cómo su colega hizo “dos disparos con cartuchos de plomo” contra los vecinos que se habían reunido en torno del tren descarrilado. Hacia fines de marzo de 2011 se produjo la detención de Rey, cuando se comprobó que había usado munición de guerra y no balas de goma con su escopeta marca Mossberq R674045.

En el juicio, los testigos Angel Aguirre, Marcelo Gómez y el sobreviviente Joaquín Romero coincidieron en señalar a Rey como el policía que iba montado en una moto, en el asiento trasero, con anteojos oscuros, el pelo cortado “tipo carpincho” y con la escopeta en la mano.

Luego lo vieron ubicarse en el hueco entre dos vagones del tren descarrilado y disparar contra Ramos y Almirón. La parte acusadora recordó que un cartucho de guerra tiene “nueve plomos”, de manera que “es igual a disparar nueve veces la 9 milímetros”. Se dijo que cuando el cartucho se abre los policías “ya no tienen ningún control sobre la rosa de dispersión”, como se llama a los perdigones.

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