18:55 › LA FUNDACION PROTEJER PRESENTO UN PANORAMA DESOLADOR DE LA ACTIVIDAD INDUSTRIAL
La demanda cayó 20 por ciento en lo que va del año, con importaciones que crecieron 15 por ciento. Ese combo explosivo provocó un derrumbe de la producción del 25 por ciento y la pérdida de 20 mil puestos de trabajo. Los empresarios reclamaron respuestas al Gobierno. Por Javier Lewkowicz
Los empresarios textiles hicieron ayer un pedido público para que el Gobierno tome nota de los números del sector. El consumo está 20 puntos por debajo de 2015 en promedio, mientras que las importaciones continúan un 15 por ciento por encima de los valores del año pasado. Ese combo se traduce en una caída de la actividad del orden del 25 por ciento, aunque hay subsectores y empresas que registran bajas del 50 por ciento. La destrucción de empleo es de al menos 20 mil puestos de trabajo, además de las suspensiones y adelanto de vacaciones. Los textiles se quejaron además de la presión impositiva, los costos financieros y laborales, la litigiosidad y la falta de infraestructura. Menos relevancia tuvo el pedido por la mejora del poder adquisitivo del salario, que en definitiva explica el consumo en el mercado interno y las ventas del sector.
Ayer se celebró el evento anual que organiza la Fundación ProTejer, entidad que agrupa a empresas de todos los eslabones de la cadena textil. El sector fue uno de los más beneficiados por la política económica del kirchnerismo en base al relativo cierre de las importaciones junto a una inyección de demanda. El efecto a lo largo de los años fue un fuerte crecimiento. Los diez primeros meses de gestión macrista ofreció un cuadro contrapuesto. Pero además, el modelo económico de Cambiemos de apertura comercial y distribución regresiva del ingreso ofrece malas perspectivas para el sector, que es el máximo empleador industrial del país. La natural simpatía del arco empresario con el actual Gobierno, entonces, se vuelve en el caso textil especialmente contradictoria. “La fiesta del kircherismo se terminó. Se tenía que terminar en algún momento. Ahora se vienen años muy difíciles, sobrevivirán los que se puedan adaptar. Es así, qué se le va a hacer”, relató a este diario el dueño de una importante cadena de ropa para bebés y niños.
La aceleración inflacionaria que redujo el poder de compra del salario hizo junto al aumento del desempleo que la industria textil vendiera 75 mil toneladas menos que el año pasado. Al mismo tiempo, aumentó en 25.700 toneladas la cantidad de productos importados, calculó ProTejer. “Es una mezcla explosiva. Si en todos estos años se sustituyeron importaciones por producción nacional, en estos meses se sustituyó producción nacional por importaciones”, explicó Jorge Sorabilla, presidente de la entidad. La mayor parte de las importaciones ingresó en el primer semestre a raíz de la aprobación indiscriminada de autorizaciones de importación acumuladas del año pasado. Luego el Gobierno afinó en alguna medida la gestión. En julio las importaciones textiles bajaron un 5 por ciento, aunque en agosto subieron 14 y en septiembre, 9 por ciento. “Lo que más se está importando es la prenda terminada, que es la que más daño produce. Los supermercados aumentaron sus importaciones 51 por ciento y los mayoristas, 47”, detalló Sorabilla.
“Tenemos empresas sin trabajo porque los canales comerciales nos han abandonado. No vamos a permitir esta situación”, aseguró Ariel Schale, director ejecutivo de ProTejer. Consideró que “los funcionarios actuales no tenían la gimnasia en la administración comercial. Empezaron sobrando el tema y luego se dieron cuenta del costo de entregar a esta industria”. En relación a la idea de la “reconversión productiva” que plantea el Gobierno, Schale planteó que “las industrias se fortalecen, no se reconvierten. El 160 por ciento de crecimiento de la actividad del sector textil de los últimos años se explicó por la acción del Estado que fue llevando el vector de las importaciones hacia las compras nacionales”.
Otro de los temas que estuvo en la agenda del evento es la competitividad. “El ministro Prat-Gay nos mandó a poner pantalones cortos y a competir. Vamos a ver quién se tiene que poner los pantalones cortos”, dijo Schale. Uno de los datos que mostró es que el peso de la industria en el precio final de la ropa de marca premium es de apenas el 20 por ciento. Los bancos se llevan un 15 por ciento del precio final mientras que los alquileres y shoppings, un 14,9. “Además, hay muchas deficiencias de infraestructura y somos el peor país del mundo en presión impositiva sobre la actividad productiva”, agregó. Los alquileres en Buenos Aires pesan entre un 14 y 17 por ciento del precio final de la ropa de marca, frente a un 3-4 por ciento en Miami, 9-11 por ciento en Río de Janeiro, 7-8 por ciento en Madrid, 8-11 por ciento en Londres y 7-10 por ciento en México DF.
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