La lectura del fallo comenzará a las 13 en la sede de los Tribunales porteños de Retiro, ubicados en Comodoro Py 2002.

Los abogados de Gastón Samohano y Alberto Fornasari pidieron a Casación que la carátula del fallo condenatorio pase de "torturas seguidas de muerte" a "homicidio preterintencional".

De esta manera, las defensas intentan demostrar que los policías no asesinaron al joven durante torturas, sino que trataban de provocarle un daño menor pero no la muerte.

Fuentes judiciales informaron que el pedido fue formulado ante los camaristas Gustavo Marcelo Hornos, María José García Torres y Ana Capolupo de Durañona y Vedia por los abogados Carlos Caravatti y Miguel Angel Almeyra.

En la audiencia ante el máximo tribunal penal del país estuvieron por la querella Dolores Sigampa, madre de Demonty, junto a su abogado José Vera; en tanto que la defensa del tercer condenado, el ex oficial Gabriel Barrionuevo, no se presentó, aunque su apelación sigue en trámite.

Al inicio de la misma, Sigampa afirmó ante los camaristas que "para pedir la libertad" los tres ex policías "deben esperar 18 años".

El abogado querellante explicó que "la defensa de Samohano pidió el cambio de carátula -al que se adhirió la de Fornasari- y, por ende, una reducción de la pena al considerar que la tortura se practica para conseguir un fin determinado, que puede ser una confesión, pero que en este caso no fue así".

El crimen de Ezequiel Demonty ocurrió el 14 de septiembre de 2002, cuando el muchacho de 19 años y dos amigos de 16 y 14 fueron detenidos injustificadamente en avenida Cruz y pasaje La Constancia, del barrio porteño de Nueva Pompeya.

Los tres chicos fueron trasladados en tres patrulleros de la comisaría 34 hasta la vera del Riachuelo, donde fueron golpeados y luego obligados a arrojarse al agua.

Si bien sabía nadar, Ezequiel no logró salir del Riachuelo, murió ahogado y su cadáver apareció siete días más tarde cerca del puente Victorino de la Plaza.

El 18 de octubre de 2004 el Tribunal Oral Criminal (TOC) porteño 8 condenó a los nueve policías que intervinieron en el operativo.

La condena más severa -reclusión perpetua-, fue impuesta al oficial subinspector Somohano, hijo del ex jefe de la Policía bonaerense Osvaldo Somohano, mientras que el ex oficial Barrionuevo y el ex suboficial Fornasari fueron condenados a prisión perpetua por los mismos delitos que Samohano.

Otros seis policías -Luis Funes, Luis Gutiérrez, Luis Solís, Sandro Granados, Maximiliano Pata y José Martínez-, recibieron penas de hasta tres años de cárcel y recuperaron la libertad.