00:00 › AFIRMAN QUE LA CAUSA POR LA LLAMADA "MASACRE DE POMPEYA" ESTUVO ARMADA
La defensa de Fernando Ariel Carrera, condenado a 30 años de prisión por la denominada "Masacre de Pompeya", afirmó que la sentencia fue "arbitraria" y que el tribunal de juicio tergiversó las pruebas para llegar al veredicto, informaron hoy fuentes judiciales.
Los abogados del condenado, Rocío Rodríguez López y Federico Ravina, manifestaron estas críticas ante la Cámara Nacional de Casación Penal al ampliar los fundamentos del recurso de apelación del fallo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 14 porteño.
Los defensores insistieron en que hubo una causa "armada" por efectivos de las seccionales 34 y 36 de la Policía Federal y el comisario Enrique Villar que intervinieron en la pesquisa de la persecución con tiroteo ocurrida en 2005, por la que murieron tres peatones atropellados.
En un dictamen de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires elaborado en junio pasado, al término del juicio, se mencionaron las supuestas "deficiencias" en la investigación y se calificó de "temerario" y "desproporcionado" al operativo que terminó con las tres muertes y otras personas heridas.
La Defensoría señaló que para algunos fiscales la pena máxima para genocidas procesados por delitos de lesa humanidad es de 25 años de prisión, mientras que a Carrera le impusieron un castigo mayor "por homicidios cometidos en dudoso estado de conciencia y luego de un procedimiento policial mal planteado y judicial poco garantista".
Carrera fue condenado por el episodio ocurrido el 25 de enero de 2005 a metros de la Basílica Nuestra Señora de Pompeya cuando, perseguido por policías, atropelló y mató a Edith Custodio, de 41 años; Gastón Gabriel Bedoya, de seis, y su madre Fernanda Silva, de 31.
El fallo del TOC 14, integrado por los jueces Hugo Cataldi, Beatriz Bistué de Soler y Rosa Lescano, coincidó con el pedido del fiscal de juicio Clorindo Mendieta, quien basó su solicitud en las declaraciones de los efectivos de las comisarías 34 y 36.
Para los defensores Rodríguez López y Ravina, todos estos policias declararon de la misma manera, inclusive en los detalles y opinaron que si lo hubieran hecho de otra manera, se tendrían que haber autoincriminado.
De hecho, el propio Carrera dijo durante el debate que se trataba de una "causa armada por la policía", aunque en su sentencia de junio pasado, el tribunal consideró "insólita" la versión del condenado acerca de que el caso se trató de una "conspiración" policial.
A Carrera también se le atribuyó haber cometido junto a otros delincuentes dos robos tipo "salidera" bancaria antes de comenzar a ser perseguido por los policías hasta que atropelló a los peatones en Pompeya.
Sin embargo, para la defensa sostuvo en el recurso que deberá resolver la Sala III de Casación Penal que esos asaltos no fueron demostrados durante el debate.
"Sólo una mente perversa puede concluir que Carrera atropelló para huir", agregaron los letrados, que argumentan que el joven se hallaba en estado de "inconciencia" a raíz de un balazo efectuado por la policía cuando su auto atropelló a los peatones.
Rodríguez López y Ravina lamentaron que en la sentencia se omitió valorar las declaraciones de testigos que se manifestaron a favor de la inocencia de Carrera.
Si bien los policías declararon que hubo tiroteo, César Valdemoros, un testigo del juicio, aseguró que los disparos fueron sólo hacia al auto de Carrera, mientras que otros dos vecinos de Nueva Pompeya y el presidente de la Asociación Amigos de la comisaría 34, dijeron que tampoco vieron tirar al acusado.
En tanto, Ramón Martínez, el colectivero que conducía el transporte en el que ocurrió uno de los dos robos atribuidos a Carrera, declaró que el auto de los ladrones era marca Citröen y no blanco como el Peugeot que el condenado conducía y tampoco reconoció al acusado como alguno de los delincuentes.
Por su parte, el militar retirado Juan Alcides Ignes, víctima del otro robo, sostuvo que recordaba que quien lo asaltó portaba una gorra -como la que la policía secuestró en el auto de Carrera- pero Isabel Meza y Javier Ignes, su esposa e hijo, no pudieron dar precisiones sobre la existencia de la gorra.
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