00:00 › CONFLICTO EN MYANMAR
La Junta militar de Myanmar cortó hoy el acceso a Internet y envió tropas a ocupar monasterios clave, en una doble medida destinada a retacear la información sobre la represión de un levantamiento de monjes y civiles que ya dejó 17 muertos, y a evitar la propagación de la rebelión.
Un día después de que el gobierno destruyó toda cámara y teléfono celular que encontró, golpeó a quienes los poseían y advirtió a la prensa sobre la cobertura de las mayores protestas en 20 años, Internet, a través de la cual el mundo se enteraba de los sucesos en Myanmar, apareció caída por completo.
Aunque la compañía oficial operadora de la web dijo que todo se debió a la rotura de un cable subacuático, la novedad generó sospechas de que la Junta militar esté en preparativos de intensifricar la represión de las manifestaciones de los últimos diez días, protagonizadas por miles de monjes budistas y civiles.
La policía también bloqueó un barrio de Rangún, la principal ciudad del país asiático, luego de que cientos de manifestantes desafiaron las órdenes del gobierno y la violencia de los días previos y volvieron a salir a las calles, informó la agencia DPA.
Los manifestantes fueron rápidamente dispersados sin derramamiento de sangre. En otras partes de la ciudad alejadas del centro, testigos dijeron que la situación era calma.
El embajador de Australia en el aislado país dijo hoy que los muertos por la represión iniciada el miércoles eran muchos más que los diez admitidos por el gobierno militar e incluso que los al menos 17 informados por disidentes y medios de prensa.
Enviados diplomáticos de países del sudeste asiático dijeron que las autoridades de Myanmar les informaron que se prohibió el acceso a las zonas circundantes a cinco monasterios budistas.
Al menos ocho personas murieron el miércoles en el primer día de represión, según disidentes. La Junta admitió diez muertes, una el miércoles y nueve ayer, entre ellas del periodista japonés Kenji Nagai, de 50 años, baleado en una protesta en Rangún.
Las protestas, inicialmente civiles, comenzaron de modo tímido cuando el gobierno aumentó el precio de los combustibles. La entrada de los respetados monjes en escena dio bríos y un tinte crecientemente político a las manifestaciones, bautizadas ya "Revolución Azafrán", por el color de la túnica de los monjes.
Los protestas constituyen el mayor desafío a la Junta desde un fallido levantamiento en 1988. En aquellas ocasión, cuando el país todavía se llamaba Birmania, tropas mataron a unas 3.000 personas.
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