Los manifestantes, que también expresaron su solidaridad con el pueblo japonés, señalaron que el riesgo de la energía nuclear quedó patente con la catástrofe ocurrida en Fukushima tras el terremoto del viernes pasado. Recordaron, asimismo, que dos plantas atómicas españolas, la de Garoña, cerca de Burgos, y la de Cofrentes, cerca de Valencia, son casi idénticas a la central nipona. "Japón es un ejemplo de que sucesos aparentemente impensables han llegado a ocurrir y han llevado al traste a seis reactores que tienen sumido al país en una crisis nuclear peligrosísima", indicó el físico y portavoz del programa antinuclear de Ecologistas en Acción, Francisco Castejón.

La portavoz de energía de Greenpeace, Aida Vila, por su parte, exigió a Zapatero el cumplimiento de su programa electoral, en el que prometió cerrar las plantas nucleares más antiguas del país.

En la víspera, el gobierno anunció que llevará a cabo una minuciosa revisión de la seguridad de los ocho reactores atómicos actualmente en funcionamiento, empezando por la planta de Cofrentes. Las inspecciones también incluyen la central de Garoña, que debía ser cerrada en 2011 por haber cumplido ya 40 años pero que el Ejecutivo, en una decisión muy polémica, finalmente autorizó a seguir funcionando hasta el 1 de abril de 2011.