La baja en la matrícula de alumnos en la Universidad de Buenos Aires, sumada a la estadística nacional que maneja el Ministerio de Educación, según la cual cerca del 40 por ciento de los estudiantes inscriptos abandonan en el primer año de sus carreras, encendió el alerta en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). En particular, en algunas carreras que, aunque tienen creciente demanda laboral, están perdiendo alumnos. En ese contexto, la facultad lanzó un Proyecto de Tutorías, dirigido a colaborar con los estudiantes ingresantes para enfrentar los problemas “que genera la propia vida interna” de la universidad.

La idea de la iniciativa es atacar “aquellos obstáculos que no tienen que ver con las particularidades propias del alumno, ni lo estrictamente académico”, contó a Páginai12 la profesora Graciela Canessa, a cargo del proyecto. Un estudio realizado por el Programa de Orientación de la facultad a partir de entrevistas a los alumnos definió “una recurrencia de problemas vinculados con la falla en el reconocimiento de la cultura universitaria”, incluyendo desde las normas burocráticas hasta las modalidades de cursada. “Existe una tendencia entre los alumnos a equivocarse en las inscripciones y esto, por dar un ejemplo, genera que pierdan un cuatrimestre”, dijo Canessa.

Para colaborar con los ingresantes, el proyecto consiste en que un tutor guíe sus primeros pasos académicos. Y ese tutor va a ser otro estudiante, “avanzado en su carrera, con experiencia en la resolución de los laberintos administrativos que se le presentan”. El propósito no es que el estudiante avanzado haga de “profesor particular” del principiante, sino que se apunta “a buscar una forma de enganchar a los estudiantes nuevos”, según Canessa. Quien se desempeñe como tutor recibirá como reconocimiento “una certificación académica para su currículum –explicó la directora del proyecto–. Esto no es pago, como en otras universidades. También se les va a facilitar el acceso a las becas de apuntes del centro de estudiantes”.

El proceso de convocatoria y capacitación para los tutores está concluyendo: “Se entrevistó a 30 alumnos que querían participar de la experiencia, de los que quedaron 17. Todos están muy comprometidos con la función que van a cumplir”. Esta semana serán presentados con los estudiantes ingresantes que se anotaron en el programa. “La propuesta tiene un modelo libre de trabajo en el que cada pareja va a ir configurando su forma de afrontar la tutoría.”

En principio, durante este cuatrimestre, la experiencia estará focalizada en alumnos de las licenciaturas en Bibliotecología, Geografía y Ciencias de la Educación, las carreras de la facultad donde más disminuyó la inscripción. A la merma de los inscriptos se añade la deserción en primer año, “un fenómeno mundial, producto del crecimiento del nivel medio”, dijo Canessa, para quien el proyecto de tutorías “es un recurso más para evitar la deserción, para ayudar a los estudiantes nuevos a sortear las dificultades de la cursada”.

La problemática de la permanencia y el abandono de los alumnos preocupa también a las agrupaciones universitarias. Por eso, los representantes estudiantiles consideran positivas “todas las acciones que apunten a la permanencia e inclusión de los estudiantes. Pero también habría que acompañarlo con la reapertura de la inscripción de becas de apuntes y con la creación de un comedor estudiantil. A como está la inflación, este tipo de prácticas ayudarían contra la deserción”, dijo Rodolfo Laufer (CEPA), copresidente del centro de estudiantes de Filosofía y Letras. Para el dirigente estudiantil, la situación presupuestaria de la UBA no ayuda a los ingresantes, todo lo contrario: “No creo que sea solamente un problema de falta de asistencia de parte de la facultad. Los alumnos que recién empiezan se pinchan cuando van a la cursada y se tienen que sentar en el piso, como me pasó a mí, por dar un ejemplo”.