Vie 04.10.2002

UNIVERSIDAD  › CAPACITACION A ENTIDADES SOCIALES EN LA UBA

“Armar una bola más grande”

Un centenar de organizaciones comunitarias participa de un nuevo programa de capacitación en la Facultad de Ciencias Sociales. El objetivo es organizar sus demandas y ayudar a buscar respuestas.

› Por Javier Lorca

“Más allá de nuestra lucha, es importante formarnos y poder articularnos con otras organizaciones para armar una bola más grande”, dice Juan Varela, del Movimiento de Trabajadores Desocupados de José C. Paz. El es uno de los 130 miembros de organismos sociales y comunitarios que están participando de un programa de capacitación y fortalecimiento que abrió la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) para ayudar a organizar las demandas populares y a elaborar respuestas que transformen la situación de pobreza y marginación. “Que estas personas puedan venir a la universidad y que después puedan contarlo en sus casas, en sus barrios, es derribar barreras materiales y simbólicas”, afirma Javier Bráncoli, subsecretario de Cultura y Extensión.
El programa comenzó a funcionar hace dos semanas, con “el objetivo de vincular en forma sistemática a la universidad con los movimientos y organizaciones de base”, apoyado en la idea de que “la transferencia de conocimientos y saberes apunten a potenciar la capacidades existentes en las comunidades”. La propuesta de abrir las aulas de la facultad a gente que, en muchos casos, no terminó la escuela atrajo a asociaciones vecinales y de desocupados, comedores infantiles, cooperativas de vivienda, bibliotecas populares, mutuales, foros y centros culturales, entre otras entidades porteñas y bonaerenses. La actividad es totalmente gratuita y, para fomentar la participación, se distribuyen 70 becas de transporte entre quienes viven más lejos o tienen menos recursos.
En el aula 512 de Sociales, los encuentros que seguirán hasta fin de año empiezan todos los miércoles, a las 14. Ya desde un rato antes se puede ver a algunos participantes paseando por la facultad. “Todos son muy puntuales”, comentan los coordinadores.
Los contenidos del programa fueron desarrollados por un equipo de profesores de todas las carreras de Sociales: Inés Izaguirre, Washington Uranga, María Elena Rubio, Daniel Arroyo y Juan Silva. Esta semana, el tema fue “Sujetos sociales, ciudadanía y Derechos Humanos”. En los dos encuentros anteriores se versó sobre la crisis argentina, desde una perspectiva histórica, política y socioeconómica. Las próximas reuniones se abocarán a “Proyectos sociales y desarrollo local” (cómo armar un proyecto, cómo gestionarlo, qué herramientas usar) y “Economía social y trabajo” (se analizarán microemprendimientos, el trueque, las cooperativas). Los 130 participantes trabajan, primero, divididos en talleres coordinados por estudiantes avanzados y, al final, se hace una puesta en común en un plenario a cargo de un docente.
“Se trabaja desde la experiencia de la gente. De ahí se hace una reflexión más teórica y después se vuelve a la práctica, con la intención de enriquecerla”, explicó Bráncoli. Para llegar a analizar los Derechos Humanos, por ejemplo, anteayer se pidió a los participantes que hicieran una lista de las cosas que llevarían a otro planeta: a cada elemento listado se lo vinculó con una necesidad y un derecho. En el plenario, tras hablar de los derechos de los niños, el derecho al trabajo, la vivienda y la salud, alguien preguntó: “¿Cómo hacemos para defender todos nuestros derechos que no se cumplen dentro de la grave crisis de impunidad que vive el país?”. Al frente de la clase, contestó Carlos Eroles, profesor de Trabajo Social: “La lucha por nuestros derechos debemos hacerla desde la derrota. Es una lucha desigual y no somos los ganadores, somos víctimas del capitalismo tardío. Hay que construir cada día una pequeña victoria y apoyarla constantemente para no retroceder. Los derechos humanos son una utopía. Pero lo contrario es la distopía, la imposibilidad del cambio. No debemos renunciar a lo que Galeano llama el derecho a soñar”. Un aplauso cerró el encuentro.
“Los dirigentes de las organizaciones sociales tenemos que formarnos políticamente, nos falta saber muchas cosas –dijo María Eugenia Reyes, del Movimiento de Ocupantes e Inquilinos–. Queremos aprovechar al máximo lo que veamos acá y poder llevarlo a nuestros barrios.” Desde el comedor infantil “El rinconcito”, en Hurlingham, María Risso y Miriam Pesse llegaron a Sociales con el peso de sus preguntas. “¿Cómo salir? ¿Cómo ayudar a solucionar los problemas de los 250 chicos que vienen al comedor? Eso es lo que nos quita el sueño.” También en diálogo con Página/12, los estudiantes que coordinan los talleres coincidieron en que los participantes del programa se fueron soltando de a poco: “Al principio venían con la mejor ropa. Ahora están más distendidos, se están apropiando del lugar. Se les empieza a caer el mito de que la universidad es algo enorme y lejano”.

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