Vie 05.09.2008

UNIVERSIDAD  › OPINION

Políticas neoliberales de tercera generación

› Por Adriana Puiggrós *

La educación neoliberal había tenido dos sucesivas versiones: la “política neoliberal de primera generación” en los años ’80 y tempranos ’90, destinada a la privatización de la educación pública y la apertura del sistema escolar al mercado, y la de “segunda generación”, desde la mitad de los ’90, dirigida a disimular las consecuencias sociales de la anterior, mediante programas focalizados hacia sectores peligrosos para el sustento del modelo.

Varios gobiernos que sostienen el nuevo nacionalismo popular y democrático latinoamericano están intentando revertir los daños que se produjeron. Lo hacen con la ventaja que les proporciona una larga experiencia, aquella que encuentra sus más antiguas raíces en pensamientos como los de Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, o en Mariano Moreno, introductor de Rousseau en las escuelas argentinas; que se nutre de muchos aportes político educativos del siglo XX, como la escuela activa latinoamericana y el amplio espectro de experiencias de pedagogía de la liberación, cuyas raíces están en las ideas de Paulo Freire. Han sido abundantes las políticas de Estado del corte ideológico y político que menciono, comenzando por la exitosa reforma educativa cubana, las del gobierno peronista de 1973-74, la experiencia nicaragüense con las enseñanzas que dejaron su desarrollo y su derrota en los años ’80, las reformas innovadoras de municipios y estados brasileños, entre otros antecedentes de algunos gobiernos actuales.

Pero comprender las diferencias entre la educación neoliberal y la educación que llamaré “liberadora” es indispensable para no caer en las redes de un nuevo peligro que acecha y que denominaré “políticas educativas neoliberales de tercera generación” (Pen3). Su rasgo principal consiste en que no han renunciado a la concepción neoliberal, pero especialmente a los intereses que se han tejido en torno del mercado educativo y los réditos que ese mercado aún sigue proporcionando a los grupos nacionales y transnacionales que supieron vender al Estado contenidos educativos gráficos, audiovisuales y digitales, apropiarse de la capacitación docente, introducir servicios tercerizados de alimentación y mantenimiento edilicio, hacer negocios con las licitaciones de construcciones escolares, entre otros rubros.

Las Pen3 siguen enfocando los problemas educativos como “casos” a abordarse técnicamente y no como aspectos de complejos sistemas que requieren ser enfocados desde políticas de Estado que planifiquen soluciones de amplio alcance. Ejemplo de ello son el recorte del analfabetismo como un problema técnico desechando la demostrada eficacia de la participación popular, la atención de la violencia escolar como una disfunción institucional y la focalización de las reformas de la educación superior en las universidades, descartando la construcción de un sistema que incluya y jerarquice la educación superior terciaria, es decir a la que convoca alumnos de sectores medios y en ocasiones pobres, y está al alcance de casi todos los pueblos del interior del país.

El empleo permanente o free lance en organismos internacionales ha proporcionado a numerosos técnicos ingentes beneficios, a costa de elaborar justificaciones renovadas de aquellos manejos. Ya en los años de mayor exposición de la educación neoliberal fue denunciado el asentamiento de ese personal en los organismos de conducción de los sistemas educativos latinoamericanos; debe advertirse que allí echaron raíces, desplazando o subordinando a equipos más tradicionalmente conservadores y que muchos aún residen en esos lugares de poder. También es necesario reconocer que la educación “liberadora” latinoamericana es una postura que tiene lugares dominantes en varios gobiernos actuales, pero que debe librar batallas todos los días con la guardia neoliberal a la cual no ha logrado desplazar sino, en el mejor de los casos, obligar a compartir los mismos espacios. En algunos países, como Chile, el gobierno democrático optó por sostener el modelo neoliberal recomponiendo algunos aspectos, con resultados negativos para la educación del pueblo. En otros se libran disputas discursivas y programáticas en muchas de las cuales se juega el destino educativo de millones de latinoamericanos.

* Diputada nacional (FpV), presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara baja.

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