Mar 16.09.2008

UNIVERSIDAD  › OPINIóN

Enfrentar la realidad

› Por Julián Rebón *

La investigación científica es una empresa relativamente reciente en la historia de la humanidad. Nos permite acercarnos a conocer más acerca de la “realidad” en su doble carácter –natural y social– y de tal modo poder intervenir en su transformación orientada conscientemente. Se trata de una empresa que, a diferencia de otros modos de conocimiento, tiene una vocación y exigencia eminentemente universalista: ser comprobable por todo ser humano. En tal sentido, si bien el hecho de investigar se nutre de la convicción moral del investigador, de su pasión por conocer, presupone en simultáneo un proceso de descentramiento de la propia relación espontánea e irreflexiva –nuestro “sentido común”– con el ámbito de la naturaleza y de la sociedad. Esta voluntad universalista que trasciende la subjetividad del investigador no reside, simplemente, en la búsqueda de generalizaciones o descripciones empíricas basadas en registros resultantes de un esquema de observación. Nos plantea también el complejo desafío de avanzar, tarde o temprano, en su puesta a prueba a partir de aproximaciones de carácter experimental.

A su vez, la investigación ha permitido el avance en un carácter dual. Por una parte, ha favorecido el crecimiento de cuerpos teóricos, sugiriendo nuevos observables y el desentrañamiento de relaciones entre los mismos. Por la otra, al articular a través de diversas mediaciones metodológicas “teoría” y “realidad”, ha posibilitado el alcance de nuevos conocimientos. En esta mutua articulación entre su carácter básico y aplicado, la investigación ha nutrido la capacidad de intervención humana sobre el mundo que vivimos. Remarcamos: es su doble carácter el que produce el avance en el largo plazo. No se trata de escisiones entre una ciencia abstracta y otra útil. La utilidad social de una investigación difícilmente pueda evaluarse anticipatoriamente. Temas no prioritarios pueden arrojar resultados que a la larga tengan un impacto social mayor que la reiteración de conocimiento o información sobre temas prioritarios. Dicho de otro modo, lo sustantivo es lograr el mejor abordaje investigativo posible. En tal sentido, valorar unas disciplinas por sobre otras como áreas prioritarias, en función de su utilidad en el corto plazo, puede ser una estrategia con consecuencias profundamente negativas en el largo plazo.

Lo sustantivo es apostar a las demandas que objetivamente se le imponen al investigador como consecuencia de los resultados del proceso investigativo.

En la dirección de fortalecer el desarrollo científico del país estimamos un interesante aporte a la resolución de problemas considerados de necesidad y urgencia promover la investigación transdisciplinaria. Las distintas dimensiones y aproximaciones parciales a la realidad no deben hacernos olvidar que la “realidad” es una. Hay que apostar a la cooperación entre especialistas de las distintas disciplinas –relevantes para cada abordaje– en la formulación y desarrollo de problemas de investigación que potencien sinérgicamente los desarrollos parciales logrados.

Se trata de potenciar elementos de articulación transversal que el mismo desenvolvimiento científico tiende a realizar entre distintas disciplinas. Así, la investigación de los procesos sociales presupone, de diversas formas, a aquella comprometida en las ciencias de la naturaleza. Por otra parte, la investigación de las ciencias de la naturaleza avanza hacia el estudio de la complejidad social de las diversidades en distintas especies, planteando la indagación del ordenamiento y proceso constituyente de dicha diversidad.

Una experiencia como la planteada puede fomentarse en el campo de la investigación de base donde temáticas recurrentes en las diversas disciplinas sean abordadas transdisciplinariamente. Otras convocatorias pueden girar en torno de nodos problemáticos urgidos de investigación aplicada. Por ejemplo, analizar cómo mejorar las condiciones alimentarias de nuestra población, conformando un Sistema Alimentario Nacional, requiere, según los diferentes niveles de análisis, del aporte de investigadores de muy diferentes ciencias. Estas experiencias de cooperación investigativa, al construir nuevas interacciones –relaciones de implicación– trascenderán el desenvolvimiento parcelario previo, al mismo tiempo que favorecerán el enriquecimiento de dichos campos disciplinarios en su misma existencia.

Fomentar la transdisciplinariedad no sólo es un modo de potenciar la construcción de conocimiento original. Es también la forma de crear nuevos vínculos e interrelaciones entre los investigadores de las diferentes parcelas del campo científico, ahuyentando estereotipos, prejuicios fantasmales y recelos. Es construir nueva fuerza social que apuntale la posibilidad de una comunidad científica crecientemente transdisciplinaria. Las consecuencias de una empresa como la planteada exceden el ámbito científico, colaborando coherentemente con el desafío de la transformación social del país en una perspectiva universalista. Fortalecer la investigación científica es también apuntalar su relevancia social.

* Doctor en Ciencias Sociales, investigador del Instituto Gino Germani (UBA-Conicet).

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