UNIVERSIDAD › EN LA UBA FUNCIONARá UNA CáTEDRA LIBRE SOBRE ESTUDIOS AGRARIOS
Como una forma de homenaje al ingeniero Horacio Giberti, la cátedra libre creada en Filosofía y Letras abrirá desde el mes que viene un espacio para debatir el modelo rural dominante, la propiedad de la tierra y el monocultivo, entre otros temas.
› Por Adrián Pérez
“Vamos a discutir la tenencia agraria y la estructura de la tierra, el monocultivo y las economías regionales, el empleo rural y la tecnificación, las comunidades originarias y la pérdida de sus tierras.” La nueva Cátedra libre de Estudios Agrarios, recién creada por la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), se abocará a debatir esos temas como una forma de mantener vivo el legado del ingeniero Horacio Giberti, fallecido hace un año. En el marco de la Secretaría de Extensión Universitaria de la facultad, la cátedra funcionará desde el mes que viene como un espacio de formación no curricular, abierto a la participación de geógrafos y agrónomos, abogados y antropólogos, economistas y periodistas, además de estudiantes y del público en general.
–¿Por qué la figura de Giberti encabeza la cátedra? –les preguntó Página/12 a la geógrafa Flora Losada y a los agrónomos Marcela Román y Carlos León, miembros de la cátedra y discípulos de quien es considerado el “padre de la economía agraria” en el país.
León: –Básicamente, por su actuación destacada en el último medio siglo de la historia agraria, económica y social de Argentina. Giberti fue el primer presidente del INTA durante un gobierno democrático. Su evolución ideológica, en el sentido de conocer en profundidad la estructura económica del sector agropecuario y su problemática, lo llevó durante su gestión como secretario de Agricultura y Ganadería (1973-74), en menos de un año y medio, a elaborar un conjunto de proyectos de leyes trascendentales para la protección de los arrendatarios, a promover el acceso a la tierra de los pequeños productores, una propuesta de reforma impositiva de vanguardia (renta potencial de la tierra). Además, logró el lanzamiento de leyes que asignaban un rol de participación activa de la Junta Nacional de Granos y Carnes en la comercialización. En aquellos años, Giberti sufrió amenazas y tuvo que irse por un tiempo del país.
León: –Si bien no existe un a priori ideológico en Giberti, y siempre marcó cierta distancia con las estructuras y partidos políticos, puede decirse que tuvo una predilección por el socialismo genérico. Y aunque en sus comienzos fue un profesional más bien tecnocrático, al frente del INTA comenzó a tomar conciencia de lo que podía hacerse desde la función pública. Fue allí donde observó cómo las organizaciones agrarias se oponían fuertemente para que no se desarrollara un vínculo entre la sociedad agraria y el Estado. Como secretario de Estado, desarrolló una cantidad de instrumentos inéditos en nuestro país con los que intentó resolver el problema estructural de una organización agraria muy concentrada, cuya génesis proviene de la apropiación original de la tierra desde mediados del siglo XIX. Esa composición determinó gravísimos problemas para los arrendatarios y construyó un país poco productivo que depositó el poder de decisión política en manos del sector agrario concentrado.
Losada: –Pensamos en crear esta cátedra, después de su fallecimiento, sabiendo que ya no íbamos a contar con ese espacio de discusión que había surgido en el Grupo de Estudios Agrarios, que se formó en su casa. Entonces, se nos ocurrió que sería importante que esos debates no se perdieran porque no sólo son importantes para conocer las corrientes históricas de nuestra economía, sino también para analizar el quehacer de las políticas agrarias actuales. Nuestra propuesta es que exista un espacio de debate de diferentes ideas en la de Filosofía y Letras que trascienda a otras facultades.
León: –La idea de la cátedra es armar un espacio permanente, libre y abierto para discutir los problemas fundamentales que hacen a la economía, la sociología y la política agraria. Vamos a discutir temas como la tenencia agraria y la estructura de la tierra, la comercialización agraria, el monocultivo y las economías regionales, el empleo rural y la tecnificación, la ciencia y tecnologías agropecuarias, las comunidades originarias y la pérdida de sus tierras.
Román: –Todo eso invitando a especialistas, pero también a estudiantes y al público que no pudo escuchar a Giberti. Queremos debatir en torno de las ideas que él planteaba. Pensamos en la cátedra como un espacio de formación.
Román: –En esa discusión, en realidad, suele personificarse a la soja, que es sólo una planta. Lo importante no es la planta en sí, sino cómo se produce. Podemos cambiar soja por maíz y no solucionamos nada. Queremos poner sobre la mesa todo lo que significa este debate, que no es sólo soja sí o soja no, debatir cómo se produce soja en vez de discutir si la planta es “buena o mala” per se. En rigor de verdad, es necesario poner el acento en que al debatir sobre la soja también debatimos sobre la generación de divisas, la política tecnológica, la protección del bosque, la acumulación de reservas, el financiamiento de políticas sociales, entre otras cuestiones, porque la cuestión agraria es parte de la política económica, forma parte de un rompecabezas cuyo resultado global se modifica a medida que trocamos una pieza por otra. Es un debate que nos debemos, una discusión que necesita de una profundidad importante.
Horacio Giberti fue consultado el año pasado sobre el conflicto rural en torno de las retenciones y señaló la incompatibilidad de “tener cinco o seis millones de toneladas acumuladas sin vender y proclamar que la situación del campo es desesperante”. Sobre aquel conflicto de 2008, Marcela Román recuerda que Giberti “estaba convencido de que una vez que el Estado define un programa de gobierno hay que aplicarlo, y que las corporaciones no deben torcer una decisión soberana que surge del voto popular. Si bien no acordó con el manejo que el Gobierno hizo del discurso durante el conflicto, ni con la rapidez con que implementó la resolución, sí coincidió con la medida”. Carlos León señaló que Giberti “observaba que el conflicto había surgido de los grupos más beneficiados del sector agropecuario”, por lo que veía “una especie de lockout patronal. Siempre decía que las entidades del campo no podían arrogarse la representación de todo el agro” y destacaba que “los pequeños y medianos productores no estaban expresados en esa Mesa de Enlace”.
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