“Vamos a crear espacios que posibiliten concesiones recíprocas sin que nadie tenga que traicionar sus principios. Mi designación creo que responde a eso, a traer alguien externo al conflicto, alguien que pueda objetivarlo para acercar a las partes”, dijo el nuevo rector de la Escuela Carlos Pellegrini, Marcelo Roitbarg, abogado, doctor en Ciencias Jurídicas, profesor de Derecho y ex docente del Pellegrini. En su primer día de trabajo, tras ser designado el miércoles por el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires, Roitbarg recibió a Página/12 en su flamante despacho, en el rectorado de la escuela.

–¿Cómo encontró el colegio después del largo conflicto con alumnos y docentes?

–El conflicto en la escuela lleva cuatro años. Primero fueron diferencias de criterio, pero con el tiempo estas diferencias se fueron ahondando y se transformaron en enconos. Hoy, por ejemplo, se respira un ambiente de desunión en el colegio. Falta el mínimo de consenso para poder sentarse a una misma mesa y aceptar al otro en la diversidad. Hay que crear canales de comunicación formales, institucionales. No puede seguir funcionando el radio pasillo y los canales informales. En este sentido hay que hacer operativos los órganos internos del colegio, necesitamos dinamizarlos. Con esta combinación, más un cuerpo directivo que participe del modelo de escuela, se pueden ir generando los espacios para acercar las posiciones.

–Con respecto al modelo de escuela, al proyecto académico, ¿qué posición tiene entre las propuestas que impulsan un perfil más comercial y las que promueven uno más humanístico?

–No podemos quitarle el carácter de escuela comercial a este colegio. Primero que no tenemos la posibilidad de hacerlo, esto es así y lo maneja el Consejo Superior de la UBA. El colegio humanístico por excelencia es el Nacional de Buenos Aires, que tiene latín, griego. Pero esto no quiere decir que no podamos darles un contenido humanístico a muchas de las materias. Para eso no tenemos limitaciones, de hecho yo postulo que haya más libertad de cátedra, más apertura bibliográfica, renovación de contenidos; para eso somos una escuela experimental de la UBA.

–¿Ya empezó a armar su equipo de gestión?

–Sí, y estoy pensando en un equipo con una representación plural, aunque sé que no todos van a estar de acuerdo. Me faltan dos vicerrectores y después vendrá toda la parte académica.

–Es decir que ya eligió a su primer vicerrector...

–Sí, designé a Perla Faraoni como vicerrectora del turno mañana, aunque por estos días, al ser la única vicerrectora, tendrá funciones en los tres turnos. Apenas llegué se lo comuniqué a los chicos. Es la candidata (a rectora) que votaron los estudiantes, pero además la valoro como docente por sus capacidades, por el arraigo que tiene en el colegio.

–¿Cuándo tendrá los otros nombres?

–Quizá la semana que viene. Estoy esperando algunas respuestas. Hubo candidatos a rector que son muy valorables por sus conocimientos y antecedentes, y eso creo que me obliga a ser más amplio y a dialogar con todos los sectores. Además puedo tomarme este pequeño tiempo porque ya se están cerrando las notas, se están entregando los promedios y luego, por dos semanas, el colegio no tendrá actividad académica.

–Cuando mencionó a los candidatos, ¿se refería a Leandro Rodríguez, quien fue sugerido por Hallu para ser vicerrector?

–Rodríguez es un candidato que fue destacado por la Comisión de Asesoramiento de Nivel Secundario de la UBA, con la cual todos los candidatos tuvimos reuniones. Así que debo tenerlo en cuenta. Seguramente habrá quienes apoyan su candidatura y quienes no, como decía, siempre habrá alguien que quede disconforme. Pero lo esencial es que hay que sumar, hay que unir a las partes.

–¿Hay que modificar el Consejo de Escuela Resolutivo?

–Pienso que al CER lo han condenado al fracaso. Nosotros debemos dinamizarlo, hay que dotarlo de una mínima estructura complementaria, para que lo votado se transforme en resoluciones. Porque hay cosas que se resolvieron en el seno del CER y que nunca se volvieron operativas. Por otro lado, en 2009 se ha elevado el Consejo de Convivencia que todavía no fue aprobado. Hay que trabajar en ese sentido.

–¿Qué rol cree que debe tener el centro de estudiantes en el colegio?

–El centro de estudiantes es autónomo, y nace como una necesidad de los estudiantes. No concibo la idea de que el rector intervenga allí. Nosotros educamos en el pensamiento crítico y en el disenso, pero esto no debe entenderse como generaciones puramente contestatarias, escépticos de por vida, por costumbre. El crítico es el que primero escucha, deja hablar, y el que luego cuestiona con el valor de las ideas. Por eso, el centro de estudiantes tendrá toda la libertad, pero dentro de las normas, el límite es la racionalidad, y para eso debería estar el Consejo de Convivencia, que considero un aporte a la institucionalidad del colegio.

Entrevista: Agustín Saavedra.