La universidad concreta: cerca de 63 mil estudiantes, 15 mil docentes, nueve mil proyectos y siete mil agrupaciones y organizaciones sociales pasaron por el programa de Voluntariado Universitario creado por el Ministerio de Educación en 2006. El dato lo ofreció ayer el ministro de Educación, Alberto Sileoni, al encabezar el encuentro regional del programa en la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav). Con plena convocatoria militante, la jornada tuvo el color de los actos kirchneristas: “Unidos y organizados bajo la conducción de la Presidenta hay que cubrir todas las demandas populares”, propuso el diputado y secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque, que recibió la mayor ovación de la tarde.

El encuentro habilitó el intercambio de experiencias y el incentivo a la participación de estudiantes y docentes en los proyectos de “intervención comunitaria” de cara al Voluntariado 2012 (ver recuadro). Sileoni y Larroque fueron secundados en el escenario por el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y por el rector de la Undav, Jorge Calzoni. De un lado y de otro cerraban la mesa la subsecretaria de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias, Laura Alonso, y la directora nacional de Desarrollo y Voluntariado, Anabella Lucardi.

“El amor alarga la mirada de la inteligencia.” La frase de Eva Perón rodó en boca de Sileoni para decir el fundamento del programa: “Sin amor no hay inteligencia, no hay universidad, eso es lo que resume al Voluntariado Universitario”, dijo el ministro y, luego de exponer sus datos, repasó la historia de la educación superior, que dividió en tres etapas. La primera, la Reforma Universitaria de 1918; la segunda, más bien “silenciada”, “solapada”, se dio en 1949, cuando Perón “instituyó la gratuidad de la universidad argentina”, y un tercer momento, que comenzaría en 2003, con la gestión kirchnerista y la creación de nueve universidades públicas. “Ahí está la gente de José C. Paz, de Florencio Varela”, señaló el ministro, en referencia a dos de las últimas universidades creadas, de gran impacto en las zonas más desfavorecidas del conurbano.

“Atención, atención, Cuervo te saludan los soldados de Perón.” Larroque se había puesto de pie: “Ya no hay charlas pequeñas donde las sillas quedan vacías, hoy las aulas rebasan”, empezó el dirigente, para seguir: “Unidos y organizados bajo la conducción de la Presidenta hay que cubrir todas las demandas populares que hay en la patria”, propuso Larroque, quien también repasó la historia dividiéndola en tres partes. Primero, la “salida del infierno”, en 2003; segundo, la asunción de Cristina Kirchner, donde quedaron “sentadas las bases del modelo que queríamos”, y una tercera etapa abierta por el “lamentable fallecimiento de Néstor Kirchner”. Larroque buscó con la vista a las agrupaciones presentes: La Cámpora, el Movimiento Evita, el PCCE, Peronismo Militante, la JP, Fuerza Militante, entre otras, estaban allí.

Ya debajo del escenario, Sileoni le anticipó a Página/12: “Creemos que este programa deberá formar parte de la currícula universitaria, y esperemos que no sea dentro de mucho tiempo. La idea es que los alumnos pasen una experiencia obligatoria de apertura a la comunidad, que no es filantropía, ni caridad o beneficencia, sino que es solidaridad y devolución”, y agregó: “Tenemos que trabajar para que cada vez más hijos de las clases vulnerables ingresen a las universidades”.

Un fragmento del discurso de Larroque interpeló directamente a la militancia: “Hay que avanzar en la universidad –dijo–. Allí es donde se da la lucha cultural”. Luego, en diálogo con este diario, el titular de La Cámpora amplió su posición: “La militancia universitaria que acompaña a este proyecto transformador tiene que tener mayores niveles de unidad –sostuvo–, tiene que ganar en capacidad de unificar sus planteos y acción. Y, por supuesto, en función de la formación que reciben, los universitarios tienen que poner ese saber al servicio de su país”.

Informe: Agustín Saavedra