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En busca de oportunidades iguales para todos los alumnos de Derecho
La Facultad de Derecho de la UBA diseñó un programa de apoyo pedagógico para los estudiantes con capacidades especiales.
› Por Javier Lorca
La Facultad de Derecho de la UBA creó y puso en marcha un plan de atención pedagógica a los estudiantes discapacitados y con necesidades especiales. “El propósito es garantizar la igualdad de oportunidades de todos los estudiantes. Es un derecho de los alumnos y una obligación de la facultad”, dijo a Página/12 el responsable del área, Juan Seda. Un equipo docente se ocupa de detectar los casos existentes, de crear instrumentos y técnicas para enseñarles y evaluar a esos estudiantes, y también de hacer un seguimiento de ellos durante todo su paso por la facultad.
Además de las reformas edilicias que ya se realizaron y de las que todavía necesita para mejorar la accesibilidad de su sede, la facultad está trabajando desde el año pasado en la capacitación de los docentes y el desarrollo de herramientas didácticas pensadas para alumnos que no oyen, no ven, no pueden expresarse o tienen otras dificultades. “Detectamos que la facultad no se ocupaba en forma orgánica y con respuestas eficientes de las necesidades de los chicos con alguna discapacidad. Se habían atendido cuestiones puntuales, pero no había memoria en la institución”, contó Gonzalo Alvarez, secretario académico de la facultad donde estudian más de 30 mil alumnos.
A partir de ese diagnóstico, se desarrolló “un programa para tener una respuesta institucional”, según explicó. Desde la Dirección de Formación Docente se convocó a especialistas y se conformó un equipo con psicólogos, licenciados en Ciencias de la Educación y otros profesionales. “Lo primero que hacemos es asesorar a los docentes y brindarles elementos técnicos para que puedan tomar a estos chicos como un alumnos más –detalló Seda–. Al no estar preparados ni advertidos, había muchos profesores que no se daban cuenta si tenían un chico discapacitado en el aula y daban la clase con el pizarrón o con un audiovisual.”
Las dificultades aparecen no sólo en las instancias de aprendizaje, sino también en las de evaluación. De hecho, uno de los casos que incidió en la decisión de crear un espacio para atender a los estudiantes con capacidades especiales fue el de un alumno muy inteligente pero con serios problemas de expresión. “Un docente trajo la pregunta de cómo evaluar a un chico que no se podía expresar oralmente, ni por escrito, tampoco con una computadora. Escuchaba y entendía, pero no había modo de evaluarlo –contó Seda–. Después de analizar varias alternativas, el equipo armó casi a medida un dispositivo especial, algo así como un multiple choice que el docente le leía al alumno y él indicaba la respuesta que creía correcta.”
Junto a los problemas aparecieron ciertos prejuicios. “Los docentes muchas veces se plantean cosas como ¿este chico va a poder ejercer el derecho? Son formas de prejuicios. Porque esa decisión la tiene que tomar cada persona, no la institución. Además, la abogacía no se limita al ejercicio liberal de la profesión. Se puede hacer investigación, por ejemplo”, dijo Seda, subdirector de Formación Docente.
Uno de los objetivos más básicos del programa es detectar a los alumnos con capacidades especiales. “Como cada caso requiere atención personalizada y particular, una vez que se lo detecta vamos a hacer un seguimiento de toda su trayectoria en la facultad”, comentó el secretario académico. En la actualidad, se ha detectado apenas una decena de casos.
En el mismo contexto, la facultad incorporó en la sala multimedia de la biblioteca un programa informático especializado para usuarios con discapacidad visual (Open Book). “El programa permite escanear un texto y la computadora lo lee en voz alta –explicó Alvarez–. Los estudiantes pueden usarlo con cualquier libro o documento de la biblioteca, o con un texto que ellos traigan.”
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