El artículo aparecido el 24 de junio en la sección Universidad de Página/12 desarrolla el proyecto de reforma de la carrera de Psicología de la UBA, propuesto por las autoridades. De acuerdo con los lineamientos del proyecto, lo primero que cabe preguntarnos es si estamos frente a una auténtica reforma. El proyecto no plantea reformar los contenidos de la carrera (por demás discutidos por gran parte de estudiantes y docentes), ni las distintas orientaciones que prevalecen. Por el contrario, el proyecto estructura la carrera de tal forma que, de implementarse, profundizaría las instancias limitacionistas vigentes, generando mayores restricciones para la cursada y la expulsión de miles de alumnos. ¿Ejemplos? Carrera en 5 años, 8 materias por año, Matemática (materia filtro) en lugar de Antropología en el CBC, finales obligatorios para todas las materias (está vigente una resolución según la cual si un alumno debe cuatro materias finales no puede cursar). Las autoridades plantean que implementando dos prácticas profesionales obligatorias en el 5º año se articularía con el futuro ámbito profesional del estudiante. Falso: hoy las prácticas profesionales (electivas) en su gran mayoría significan la escucha de historiales clínicos o visitas “guiadas” en hospitales, y sólo podemos encontrar una oferta “amplia” en el campo clínico. Con el proyecto oficial, las prácticas quedarían relegadas a los dos últimos años de la carrera. No es casual que este proyecto se discuta en los lugares de siempre, en esas comisiones de consejo directivo tan alejadas de los miles de cursos que día a día ocupamos estudiantes y docentes, de donde también han salido en los últimos años gran cantidad de medidas limitacionistas, autoajustes y aranceles encubiertos escandalosos (hasta se aprestan a cerrar, por razones presupuestarias, un jardín maternal que hace 20 años funciona en la facultad). El mismo argumento de la facultad (aplicar dicha estructuración para “valorizar” nuestro futuro título como de “interés público”) no hace otra cosa que “deschavar” la adaptación de la currícula a los requerimientos de la menemista Ley de Educación Superior y de paso dejar fuera de la facultad cada vez a más alumnos y docentes. De más está decir que hoy un título de “interés público” no representaría una garantía para que el trabajador psicólogo pueda sortear la brutal desocupación actual. Pero de verdadera reforma, nada. Una verdadera reforma de nuestra carrera saldrá del debate de conjunto de estudiantes y docentes, a través de jornadas e instancias masivas de una discusión que articule la demanda del estudiante y el saber del docente. Un gran proceso estatuyente que plantee la total reorganización de los contenidos de nuestra carrera, del rol del psicólogo en esta etapa histórica y del mismo gobierno de la facultad y la universidad.
* Presidente del centro de estudiantes de la Facultad de Psicología de la UBA (PO-EPA!).