UNIVERSIDAD › CAMBIOS GLOBALES EN LA UNIVERSIDAD: EL CASO FRANCéS
› Por Javier Lorca
La rebelión del Mayo Francés, que estos días cumple 47 años, tuvo numerosas consecuencias políticas y culturales, pero también educativas. Fue, en particular, uno de los motivos por los que el sistema universitario de Francia se rediseñó y las grandes universidades –La Sorbonne, por ejemplo– se subdividieron y dispersaron para tener mayor alcance geográfico y poblacional, en un proceso que también tuvo objetivos de control social ante las protestas juveniles –divide y reinarás–. Hoy, en contraste con lo que viene ocurriendo en América latina, donde aún las necesidades territoriales y demográficas llevan a multiplicar las universidades para federalizar la posibilidad de estudiar, aquel proceso se está revirtiendo, con una política de reagrupamiento de las diversas universidades e instituciones científicas.
“Después del ’68, se crearon nuevas universidades para dar respuesta a la masificación de la demanda estudiantil en diferentes lugares del país. Pero ahora el número de estudiantes no está creciendo tanto”, explica Thierry Valentin, representante para Latinoamérica del Consejo de Presidentes de Universidades (CPU) de Francia. Y también son otras las necesidades presupuestarias –en una Europa en crisis financiera– y de estrategia de posicionamiento global.
Los primeros cambios comenzaron hacia 2007, con una política estatal que promovía la creación de polos de enseñanza superior e investigación que asociaran, bajo la forma de consorcios, a diferentes universidades e institutos, que mantenían sus especificidades. Pero en los últimos dos años, desde 2013, ese proceso tomó un nuevo rumbo, con el impulso a la fusión de las instituciones con un sesgo más territorial, con un proyecto académico y de investigación compartido, vinculado a la realidad local o regional.
“El objetivo es reagrupar a las universidades para dar mayor masa crítica a los establecimientos en términos de investigación y capacidad de proyectarse en el marco internacional”, dijo Nicolas Marquès, director del área de relaciones exteriores y cooperación del Ministerio de Educación Superior francés. Marquès mencionó, además, una palabra que desvela a las autoridades académicas en todo el mundo: “Francia no está bien posicionada en los rankings, por un problema de visibilidad internacional”.
Para Valentin, los principales propósitos de la reorganización son “reagrupar las fuerzas de educación superior e investigación, lograr más visibilidad internacional, mejorar las relaciones con el sector productivo y poder adecuar las carreras a las necesidades sociales de cada territorio. Por ahora se han producido 25 agrupamientos de universidades, ocho en París y los demás en las provincias”.
Un buen ejemplo del proceso que está en marcha es el caso de La Sorbonne. La tradicional universidad parisina fundada en el siglo XII se transformó en 1970 en trece universidades diferentes. Ahora, cuatro de esas universidades, junto a otros nueve institutos, escuelas superiores y centros de investigación, conforman a la Université Sorbonne Paris Cité, que el año pasado abrió una sede en Buenos Aires.
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