Desde su crisis política interna, multiplicada por las carencias de financiamiento y las interesadas pujas de un año electoral, la UBA terminó aprobando con meses de demora un curioso y polémico presupuesto 2005. Polémico porque incluye la advertencia de que el actual ciclo lectivo podría concluir abruptamente el 1º de octubre por falta de recursos. Curioso por dos razones. Primero, porque se trata de una distribución del presupuesto impulsada por varios decanos en desmedro del proyecto presentado por el rectorado. Y segundo, porque prevé una asignación estatal de 471 millones de pesos cuando, en realidad, las partidas oficialmente presupuestadas suman poco más de 443 millones.
Como informó Página/12 hace una semana, la diferencia fue prometida por el Ministerio de Educación, ante el pedido de las autoridades académicas. Con la intención de presionar para que la promesa se haga efectiva, el Consejo Superior de la universidad resolvió asentar que sin esa partida de 27 millones el presupuesto será deficitario y no alcanzará para llegar a fin de año. Tras la advertencia, el ministro Daniel Filmus garantizó públicamente que los fondos serán girados a la casa de estudios.
Realizada la semana pasada, la última sesión del semestre del CS de la UBA fue algo más que complicada: como se preveía, volvió a ponerse en escena la tensión creciente entre muchos consejeros, decanos incluidos, y la gestión del rector Guillermo Jaim Etcheverry, ausente porque participaba en España de un encuentro internacional. Usual en el presente mapa político de la universidad, las mayores críticas contra el rectorado provinieron del claustro de graduados, encabezado por un frente que agrupa a radicales, peronistas, frepasistas e independientes. “Siempre fue difícil y complicada la discusión presupuestaria, pero nunca llegamos a la situación actual. Hoy vivimos una anarquía política. El hecho de que se trate un proyecto de presupuesto de tres decanos y no el oficial lo demuestra”, opinó Jorge Anró, titular del gremio no docente (Apuba).