UNIVERSIDAD
Graduados con empleos cada vez más precarizados
Un estudio muestra que los universitarios y terciarios tienen las mejores tasas de
ocupación. Pero crecen tendencias negativas.
› Por Javier Lorca
Los graduados universitarios y terciarios siguen conservando las mejores tasas de ocupación y los niveles más bajos de desempleo en el catastrófico mercado laboral argentino. Así lo confirma un estudio realizado por investigadores de las universidades de La Plata, Buenos Aires y General Sarmiento. No obstante, el mismo informe advierte que las personas con estudios superiores están tendiendo a ocupar cada vez más empleos por debajo de sus saberes y capacidades, están sufriendo un deterioro de sus ingresos y una precarización de sus condiciones laborales, en especial a través del aumento de los trabajos temporales.
El estudio “Educación superior y demanda de profesionales y técnicos” abarca el período 1996-2001 y se basa en una elaboración propia sobre datos de la Encuesta Permanente de Hogares. Es uno de los informes en que se basó la Comisión para el Mejoramiento de la Educación Superior, que el mes pasado presentó sus conclusiones ante el Ministerio de Educación.
“Los universitarios siguen teniendo beneficios sobre el resto de las personas ocupadas. Tienen menor desocupación que el resto de los sectores”, dijo a Página/12 Leticia Fernández Berdaguer, coordinadora de la investigación. De hecho, la tasa de actividad de los graduados terciarios fue del 85 por ciento en el período estudiado, mientras que la de los universitarios fue mayor: del 93 por ciento. Muy inferior fue la del conjunto de la población, que rondaba los 64 puntos. Las tasas de desempleo de quienes pasaron por el sistema educativo superior llegaron al 7 por ciento, cuando las globales eran del 16,6.
Un dato desfavorable para los egresados es el arrojado por los plazos de desocupación. Los graduados son los que sufren baches mayores entre empleo y empleo. El promedio es de 7,8 meses: de 7 meses para los terciarios y de 8,3 para los universitarios. En la etapa considerada, aumentó en 3,3 meses para los primeros y bajó en 2,2 para los segundos. Las personas con primario completo, por dar un ejemplo, sufren desocupación durante 6 meses y medio. Otra tendencia negativa que alcanza a los egresados “es el aumento de la precariedad en forma de un aumento de los trabajos temporarios... La tendencia más plausible tiene que ver con una caída de la permanencia de las ocupaciones, un aumento del trabajo precario temporal y de duración desconocida”.
Antes de la devaluación y de la inflación, el nivel de ingreso ya anunciaba el claro deterioro laboral que alcanza a las personas con estudios superiores (desertores, alumnos y egresados). Este indicador se analizó en empleados de al menos un año de antigüedad. “Todos los niveles educativos, salvo el universitario completo, mantienen una polarización en los ingresos. Las mayores proporciones de población se hallan ubicadas (tanto para 1996 como para 2001) en los grupos de ingresos de hasta mil pesos.” En el lustro analizado, se polariza más: “Los puestos de ingresos menores (hasta 600 pesos) se ven incrementados y los superiores (más de 1600), en franco retroceso”. Por ejemplo: los graduados terciarios que ganaban menos de 200 pesos eran el 20,6 por ciento en 1996 y pasaron a ser el 24,4. Los que ganaban más de 2 mil pesos eran el 0,6 y pasaron a ser el 0,1. Entre los graduados universitarios, los que cobraban entre 200 y 400 pesos eran el 15 por ciento en 1996, y pasaron a ser el 17,1. En cambio, en el extremo opuesto, los universitarios que cobraban más de 2 mil pesos eran el 6,8 por ciento y pasaron a ser el 9,8.
En los últimos años se pronunció una “sensible descualificación de los puestos de trabajo”. El Indec califica en tres categorías a los empleos: profesional, calificado, no calificado. De 1996 a 2001 cayó la proporción de puestos profesionales y calificados, y creció la de los no calificados. A la vez, creció el nivel educativo de la Población Económicamente Activa: en 1996 un 18,8 por ciento tenía secundario completo; un 11,2 terciario o universitario incompleto; y un 14,1 terciario o universitario completo. Para el 2001, los porcentajes habían aumentado a 20,1, 13,4 y 16,2 por ciento, respectivamente. La combinación de ambas tendencias provocó losiguiente: “La población ocupada ha acumulado más años en el sistema educativo, pero no necesariamente se encuentra desempeñando tareas más calificadas, ya que la economía no sólo no generó puestos de alto nivel de calificación sino que más bien los ha destruido”.
En el período fue creciendo el nivel educativo de los trabajadores en los tres tipos de empleos, sobre todo en los calificados y no calificados. Así, del total de ocupados que en 1996 tenía funciones profesionales, el 70,2 eran graduados, mientras que esa proporción creció al 72,9 en cinco años. En las tareas calificadas, en 1996 el 52,6 tenía al menos secundario incompleto y el restante 47,4 tenía al menos secundario completo (los graduados eran el 11,2). Para el 2001, los porcentajes se invierten: los que tienen secundario incompleto pasan a ser el 46,4 contra el 53,6 que ahora tiene secundario completo o más educación (el 14,5 graduado). Finalmente, entre los empleos no calificados, en 1996 el 80 no había terminado la secundaria, frente al 20 que sí la había concluido (un 1,3 con educación superior). Para el 2001, el porcentaje pasa a un 72,2 con secundaria incompleta o menor nivel, y un 27,8 con secundaria completa o mayor nivel (1,8 de graduados). “Se ve un desplazamiento de las personas con menos estudios por las que tienen más estudios, no por que realmente se necesiten esos saberes sino porque no hay más ofertas –explicó Fernández Berdaguer–. Los universitarios están tendiendo a ocupar más empleos calificados que empleos profesionales. Tienen más capacidad de la necesaria para esos puestos.”