Mar 07.02.2006

UNIVERSIDAD

“Con sus carreras tan largas, la UBA hoy perjudica a sus alumnos”

El decano Pablo Jacovkis, uno de los candidatos a ocupar el rectorado de la UBA, detalla sus proyectos para la universidad. Propone orientar la matrícula según las necesidades nacionales.

› Por Javier Lorca

Planificar para orientar la matrícula, departamentalizar la estructura académica, incrementar los profesores de dedicación exclusiva, acortar las carreras y recuperar al estudiante full time: son algunas de las propuestas para la Universidad de Buenos Aires (UBA) que Pablo Jacovkis desgrana en esta entrevista con Página/12. Ex presidente del Conicet y, durante los últimos ocho años, decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Jacovkis es uno de los candidatos a ocupar el rectorado de la UBA, una elección que se definirá en abril, cuando se realice la asamblea universitaria.

–¿Cuál es su proyecto para la UBA?

–Mi proyecto tiene que ver con una serie de puntos que hoy no se discuten. Uno es la planificación, una de las muchas banderas que el progresismo le cedió a la derecha. La universidad odia el adjetivo “neoliberal”, pero en algún sentido es neoliberal. Hay un mercado, los estudiantes, y, si ellos deciden seguir una carrera determinada, la universidad va corriendo a buscar docentes de esa carrera, aunque la proporción de alumnos de la carrera sea exagerada respecto de las necesidades nacionales. No pretendo que se determine exactamente cuántos biólogos o sociólogos hacen falta, pero sí se puede pensar en apoyar a determinadas carreras que deberían tener más alumnos, mediante orientación vocacional de los estudiantes secundarios, mediante un sistema de becas. También habría que orientar los temas a investigar.

–¿Qué propone en lo académico?

–Por empezar, la UBA tiene que aumentar sus docentes de dedicación exclusiva, en valor absoluto y también relativo. Eso significa una política activa de discusión con el Poder Ejecutivo, que hoy no se da. Soy absolutamente partidario de la autonomía universitaria, pero autonomía implica asumir mayores responsabilidades y defenderlas ante las autoridades. La UBA debe usar los fondos públicos con la mayor eficiencia posible y hoy, en muchos casos, no hay señales de que lo esté haciendo. El presupuesto tiene que aumentar. Hacen falta más fondos para equiparar los sueldos docentes con los que se pagan en Brasil o Chile. Pero también falta dinero para todo lo demás. La proporción que la UBA gasta en salarios es mucho mayor a lo razonable. Se necesita invertir en mantenimiento, infraestructura, higiene y seguridad... No sólo debemos pedir más fondos en general, sino también para necesidades específicas: si la UBA explicara, por ejemplo, que precisa profesores de dedicación exclusiva por tal razón, o que necesita un edificio para tal facultad, existen altas posibilidades de que consiga más financiamiento.

–Volviendo a lo académico...

–Sería importante que los cargos de docentes auxiliares sean concursados y no interinos, como son en muchas facultades. Y es necesario comenzar a rentar a los ad honorem, pero concursando los cargos. Sin ir contra la tradición, buscando consenso, hay que ir hacia la departamentalización de la UBA, intra e interfacultades. Ampliar la departamentalización tendría ventajas académicas y políticas. Permitiría que un profesor pueda dar más de una materia en el año, aprovechando más eficientemente los recursos humanos. En lo político, se perdería el miedo, cuando se reforma un plan de estudios, a que se supriman profesores, porque los mismos departamentos pasarían automáticamente a dar nuevas materias. ¿Tiene sentido que las materias de Derecho que se dan en carreras de Económicas se cursen en Económicas, o viceversa? Las facultades podrían dar sus materias para alumnos de cualquier facultad que lo precise, sin compartimientos estancos.

–¿Qué propone para mejorar el ingreso y el Ciclo Básico Común?

–El CBC tiene dos problemas, uno institucional y otro académico. El primero es que el CBC no tiene organismo de gobierno. Hace un año presenté un proyecto para institucionalizarlo, en consenso con las autoridades del CBC, pero no hubo voluntad política de avanzar. Mi propuesta es que sea una escuela y tenga un órgano legislativo, equivalente a los consejos de las facultades... En lo académico, un problema fundamental del pase de la escuela a la universidad es que los chicos muchas veces no están seguros de qué carrera seguir, esto no tiene nada de malo, al contrario. Y una de las potencialidades no aprovechadas del CBC es, justamente, permitir y agilizar el cambio de carrera, ayudar en la orientación vocacional.

–¿Las carreras necesitan una reforma curricular?

–Las carreras tienen que acortarse. Eso no significa pasar materias al posgrado, lo que implicaría un arancelamiento. Hay muchas materias que pueden comprimirse, pueden eliminarse superposiciones. Con sus carreras tan largas, la UBA hoy está perjudicando a sus alumnos: de alguna manera, los estudiantes de la universidad pública se ven perjudicados frente a los estudiantes de las buenas universidades privadas, que suelen tener estructuras de carreras más cortas y entran antes al mercado. Otro problema que incide en la duración de la carrera es que muchos alumnos tienen que trabajar mientras estudian. Aunque es cierto que muchos trabajan por necesidad, también se ha perdido la cultura del estudiante de dedicación exclusiva. Las becas actuales son muy útiles, pero no alcanzan para que el alumno pueda vivir sin trabajar. En Exactas creamos un plan de becas que le permite al alumno dedicarse sólo a estudiar y, entonces, el tutor puede exigirle que rinda todas las materias previstas por el plan de estudios.

–¿Cómo replantearía la relación universidad/nación?

–La universidad debe pensar los grandes problemas nacionales, estratégicos, a largo plazo. En los últimos veinte años, la única vez que planteó un proyecto nacional fue con el Plan Fénix. La UBA tiene que estudiar los escenarios futuros del país, debe analizar qué es lo que conviene o no hacer, con estudios serios e interdisciplinarios, que combinen ciencias duras y blandas. Además de formar profesionales en lo técnico y en lo ético, además de desarrollar actividades científicas y tareas de extensión, la UBA debe ser una voz escuchada.

–¿Hay que reformar el estatuto de la UBA?

–Hay muchas cosas que se podrían cambiar, pero para ninguna de las iniciativas que estamos planteando hace falta cambiar el estatuto. Primero habría que pensar un proyecto progresista de universidad y después ver si, para aplicarlo, hay que cambiar el estatuto.

–Hace cuatro años, usted y la mayoría de su facultad acompañaron la elección del actual rector, Guillermo Jaim Etcheverry. ¿Por qué no apoyan ahora su reelección?

–Al rector lo votamos en segunda vuelta, porque creímos que era importante un cambio, el ingreso de figuras nuevas. Pero en estos años no he notado argumentos que me convenzan de que vale la pena la reelección. Se podría haber hecho mucho más. El rector se involucró innecesariamente en conflictos que se podrían haber evitado.

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