- “En 1918 la universidad era elitista, la manejaba la Iglesia, los cargos docentes eran hereditarios. Sobre todo eso se avanzó en el ’18 –opinó Maximiliano Abad (Franja), de la FUA–. Hoy es verdad que la Ley de Educación Superior permitió el arancel, limitó la autonomía, restringió la participación estudiantil en el cogobierno. Para democratizar, hay dos vías. Una es lograr una nueva ley que garantice la gratuidad y el ingreso irrestricto, entre otras cosas. La segunda es modificar los estatutos universitarios en asambleas.”
- “La Reforma del ’18 y la crisis de la UBA tienen muchos puntos de contacto. El planteo de los reformistas era muy progresivo, pero nunca llegó a aplicarse. La UBA actual es antirreformista –dijo Gabriel Solano (PO), de la FUBA–. Reivindicamos la reforma, aunque sabemos que hoy las condiciones son otras. Pero las camarillas de profesores argumentan lo mismo que en 1918, para defender una oligarquía basada en el supuesto patrimonio del conocimiento. El gobierno universitario no debe ser sólo de los que saben, sino un gobierno estrictamente político.”
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