Fundado en 1957, el Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, dependiente de la Universidad de Buenos Aires, festeja este año su 50º aniversario. Mientras se preparan las celebraciones –que se realizarán en el segundo semestre e incluirán la publicación de un libro con la historia institucional–, el Instituto Lanari atraviesa un momento complejo: médicos e investigadores solicitan que, como históricamente se ha hecho, se concurse la dirección, hoy a cargo del doctor Daniel Tomasone, designado por la UBA.

Como parte de la red hospitalaria de la universidad, el Instituto de Investigaciones Médicas es una entidad que desarrolla tareas de asistencia medicinal, docencia e investigación. Desde su creación, hace cinco décadas, se dispuso que la dirección del instituto debía ser ejercida con carácter de dedicación exclusiva y que el cargo era compatible con la cátedra universitaria. El primer concurso fue ganado por el doctor Alfredo Lanari, quien lo dirigió hasta 1976. El inicio de las actividades del instituto coincidió con la época dorada de la universidad, un período de crecimiento académico y renovación científica que sufriría su primer golpe con la Noche de los Bastones Largos, en 1966.

Pronto, el Instituto de Investigaciones se convirtió en un hospital de alta complejidad, con pacientes de todo el país y un programa de residencias médicas. En sus instalaciones funcionó el primer riñón artificial de la Argentina y también se realizó el primer trasplante renal, casi en simultáneo con los Estados Unidos. También fue el primer hospital en contar con laboratorios de investigación y con una biblioteca que funciona horario completo.

Es que Lanari fue un consecuente defensor de la investigación básica: “Es erróneo creer que la investigación básica no resuelve los problemas inmediatos (...) El 41 por ciento de los grandes descubrimientos que se realizaron en los últimos treinta años fueron realizados por investigadores que no tenían el propósito de encontrar lo que la investigación desinteresada les deparó. Hay que educar a los miopes intelectuales que creen que sólo hay que dedicarse a resolver los problemas inmediatos que aquejan a la sociedad”, escribió hacia 1979.

Uno de los logros más trascendentes del instituto fue comenzar la moderna investigación clínica en el país, así como albergar a la Experiencia Pedagógica Curricular –conocida como “la escuelita”–, para el estudio de las disciplinas básicas con una mayor aproximación de los estudiantes al enfermo desde el principio año de la carrera; una experiencia interrumpida tras la intervención de la UBA en 1976.

Después de la gestión de Lanari como director, entre 1957 y 1976, bajo la última dictadura asumió Roberto González Segura, hasta 1982. Entonces se recuperó la elección por concurso y fue nombrado Aquiles Roncoroni, quien se desempeñó hasta 1998. También por concurso, aquel año se designó a Samuel Finkielman, que dejó el cargo recientemente.