En busca de su reelección, el rector de la Escuela Carlos Pellegrini (UBA), Abraham Gak, defiende su proyecto para el colegio ante las pretensiones de la Facultad de Económicas.
› Por Javier Lorca
¿Una escuela experimental para educar ciudadanos o una escuela de orientación técnico profesional? En esta entrevista, Abraham Gak sostiene que esa disyuntiva se juega en la elección del nuevo rector de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini (UBA), cargo en el que busca ser reelecto frente a las aspiraciones de la Facultad de Ciencias Económicas (ver aparte). La designación del rector está en manos del Consejo Superior de la UBA, que todavía no comenzó a analizar los proyectos presentados por seis postulantes.
–Después de 14 años, ¿por qué quiere seguir siendo rector?
–Estuve meditando mucho sobre esto porque me embarqué en una lucha que, por las circunstancias externas, parece contra los molinos de viento. Las razones son dos. Primero, porque me gusta mucho esta tarea, me llena espiritualmente y le da un sentido a mi vida. Y lo dice quien lanzó el Plan Fénix... pero mi tarea en la escuela es más trascendente. La otra razón es porque me siento profundamente comprometido con los alumnos y sus padres, me siento obligado a que la escuela siga haciendo frente a las expectativas con que hicieron un gran esfuerzo para ingresar, porque lo que acá está planteado es qué tipo de escuela vamos a tener.
–¿Cuál es el modelo de escuela que usted defiende?
–La razón de ser de los colegios dependientes de la universidad es desarrollar una escuela experimental, estar constantemente a la vanguardia de los procesos pedagógicos para poder transmitirlos a la sociedad. Más que formar una cohorte de elite, el objetivo es mostrar que podemos formar chicos con capacidad de construir el futuro en un mundo complejo, chicos capaces de pensar y ser buenos ciudadanos, responsables con respecto a la sociedad, y con una mayor responsabilidad por haber tenido el privilegio, ganado con esfuerzo, de recibir una formación diferencial en una escuela pública y gratuita. Para poder llegar a ellos es muy importante conocer la idiosincrasia de los adolescentes, para poder acercarlos al placer del conocimiento y que encuentren en la escuela un lugar deseado, con el que se identifiquen, que lo sientan parte de su identidad y pertenencia.
–¿Con qué modelo confronta?
–Con una mirada muy acotada, un modelo que piensa en formar para desarrollar determinadas habilidades laborales. No quiero ser peyorativo ni exagerar, pero la diferencia es que uno piensa en una escuela para formar ciudadanos y otros piensan en una escuela para formar empleados del mes. Esa es la sensación, cuando uno de los postulantes sostiene que las actividades de acción solidaria son complementarias, no fundamentales en la formación de los chicos, que hay que ver cuánto tiempo se dedica a actividades extracurriculares relacionadas con la memoria o los derechos humanos... Ahí vemos una diferencia sustantiva. Afirmar como se ha hecho que la escuela no tiene la orientación para la que fue creada es un exceso. El grupo de materias con mayor presencia en el plan de estudios es el de administración, contabilidad y economía, si bien es cierto que otras asignaturas tienen una cantidad apenas menor, como biología, física, historia o matemática.
–¿Qué propone para una nueva gestión?
–En lo curricular, estoy proponiendo una revisión del plan de estudios y del sistema de evaluación, con la participación activa de los claustros, docentes, estudiantes, egresados, para buscar por la vía del consenso una propuesta superadora. En lo institucional, propongo modificar el actual consejo académico y pasar a un consejo directivo, en el que ninguno de los sectores tenga un peso tal que le permita tomar decisiones solo. En proporciones diferentes, incluyo a profesores, padres, estudiantes, auxiliares, no docentes y a los vicerrectores. Me gustaría que se dé una discusión importante para determinar la representatividad y las facultades que tendría cada sector. Además propongo que la escuela tenga un anexo, otra escuela en la zona sur de la ciudad, por ejemplo Lugano o Soldati. Sería una verdadera escuela experimental, regida con un paradigma moderno para trabajar con estudiantes que ingresarían por sorteo, un gran desafío para la universidad, para demostrar qué se puede hacer por la sociedad en materia de enseñanza secundaria. Una tarea que precisaría no solamente a los docentes, sino también a trabajadores sociales, psicólogos, haría falta trabajar con los padres y toda la comunidad.
–Las autoridades de la UBA pretenden una renovación de los rectores de colegios, incluso van a acortar los períodos de gestión a cuatro años.
–Creo que hay que distinguir entre los cargos políticos, y los cargos docentes. Y el rector de una escuela no es un cargo político, sino que es equiparable a una función docente, como la dirección de cualquier escuela en el país. Salvando las diferencias, me parece que nadie se imaginaría decirle a César Milstein que tiene que dejar su puesto en un laboratorio porque ya lleva demasiados años... En la docencia, el límite es la capacidad y el hacer bien la tarea.
–Pero en la UBA los rectores de escuelas no son elegidos por concurso como docentes. Se los designa como a otros cargos de gestión.
–No necesariamente; hay cargos políticos que se hacen por elección y otros que no. Y hay designaciones docentes que se hacen en función de los antecedentes de las personas. Apoyo los concursos pero, además de las cuestiones académicas, hay que tener en cuenta los proyectos. Conozco casos, en otras escuelas universitarias, donde las autoridades elegidas por concurso terminan aisladas porque no comparten la cultura o la historia de la institución.
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