Con Ciencias Sociales, que acaba de sumarse, ya son cuatro las facultades de la UBA que se declararon en emergencia presupuestaria.
› Por Julián Bruschtein
La actualidad presupuestaria de al menos cuatro facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA) es –de acuerdo con sus autoridades– preocupante. Mientras los gobiernos de Arquitectura, de Ciencias Exactas y de Filosofía y Letras ya habían declarado la emergencia económica, el consejo directivo de Ciencias Sociales difundió esta semana la crítica situación por la que están pasando sus arcas y dio a conocer una carta en la que hace un llamado de atención al Estado, a las autoridades de la UBA y a la sociedad. “Este proceso es insostenible a largo plazo”, dijo a Página/12 Jaime Sorín, vicerrector de la universidad.
La crisis económico-financiera que están transitando las facultades pasó a un primer plano poco antes de llegar a mitad de año. Según las autoridades académicas, las partidas presupuestarias que se les asignan son insuficientes para satisfacer las necesidades académico administrativas y el fuerte crecimiento de la población estudiantil en algunas carreras trae como consecuencia directa el nombramiento de personal docente y no docente para atender la demanda, sin que esto se refleja en la distribución de los fondos para cada unidad académica.
La Facultad de Arquitectura, cuyo decano es Sorín, declaró en marzo pasado la emergencia económica. “Tenemos un crecimiento del 4 por ciento en la población estudiantil todos los años y el presupuesto asignado sigue siendo el mismo –explicó el vicerrector–. Tenemos dos instancias que atraviesan esta problemática. Por un lado, el Congreso es quien asigna el presupuesto para la UBA, y lo que nos llega está 200 millones de pesos abajo de nuestras necesidades actuales. Por el otro, desde el rectorado de la UBA se distribuyen las partidas sin tener en cuenta el panorama actual de cada una de las facultades.”
Desde el espacio de centroizquierda que en la UBA encabezan “los cuatro decanos”, ya tres facultades se expidieron sobre la necesidad de reacomodar las partidas que se asignan anualmente. La Facultad de Ciencias Exactas, que conduce Jorge Aliaga, también lo hizo. Y en Filosofía y Letras la situación no es diferente: sucede que apenas asumió en su gestión al frente de la facultad, el año pasado, Hugo Trinchero y sus colaboradores declararon la emergencia económica y edilicia. “Si no fuera por el voluntarismo de los profesores, deberíamos haber cerrado hace tiempo”, afirmó a este diario. “Los pocos ingresos propios que generamos los volcamos en el mínimo mantenimiento edilicio... El incremento en la matrícula de alumnos lleva como consecuencia la apertura de nuevas comisiones, y nos encontramos con la dificultad de que no puede concretarse presupuestariamente. De ahí tantos docentes con cargos ad honorem.”
En Ciencias Sociales, los consejeros, funcionarios, directores de carreras y el decano Federico Schuster declararon la emergencia institucional y esta semana difundieron una carta mostrando una radiografía de la casa de estudios. “Existían puertas abiertas para ver si se resolvía esta cuestión, pero llegó el final del cuatrimestre y seguimos en la misma situación”, aseguró Schuster. “Este es el resultado de un proceso de muchos años de abandono explícito que ha vivido la universidad.” Uno de los problemas más importantes es la demora parcial en las obras del nuevo edificio (la ex fábrica Terrabusi), cuya conclusión terminaría con la dispersión que sufre el alumnado. Por esta y otras razones, los representantes del centro de estudiantes definían anoche si elevaban a la reunión de juntas de carrera (que se hará mañana) una propuesta de movilización para pedir más presupuesto.
En el documento, las autoridades de Sociales señalaron que “sólo una facultad en la que se enseñe, se aprenda, se investigue, publique las contribuciones científicas de sus miembros, que tenga hábitat dignos, que pague a su personal salarios acordes a sus tareas, que merezca ser vivida dignamente y prestigiada cada uno de los días, puede cumplir con la función social que le corresponde”. Más allá de las diferencias entre las facultades, el problema presupuestario es común. Y lo que buscan es “una salida en la que la sociedad se involucre –afirmó Sorín–. Que se tome conciencia hacia adentro de la facultad, y hacia afuera también”.
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