Mientras toman posición frente al macrismo, las agrupaciones creen que no habrá cambios internos. El PRO llega a cuatro facultades.
› Por Julián Bruschtein
El cambio político señalado por las elecciones porteñas, con el triunfo de la centroderecha, ya tuvo sus primeras expresiones en la universidad, un espacio hegemonizado durante los últimos años por fuerzas del centro hacia la izquierda, según las unidades académicas. Mientras la mayoría de las agrupaciones comienza a tomar posición frente al futuro gobierno de Mauricio Macri en el distrito donde la UBA tiene su mayor inserción, el PRO, ya instalado en las facultades de Ciencias Económicas y de Derecho, resolvió extenderse a las de Medicina e Ingeniería. En lo institucional, frente al próximo cambio de gestión en la ciudad, el rectorado de la universidad se muestra abierto y por fuera de la definición política, aunque entre sus funcionarios hay algunos relacionados con el macrismo.
Por ahora tibiamente, la derecha parece prender los motores para soñar con recuperar en la universidad la representación que llegó a conquistar en los ’90, de la mano de la UPAU de la Ucedé, y la menemista Funap. Fue en la Facultad de Ciencias Económicas donde comenzó a germinar con cierta fuerza la semilla del empresario y jefe de Gobierno electo. PRO Universidad surgió desde una porción de radicalismo disidente, ex militantes de Franja Morada. “Nosotros estamos instalados hace mucho en la facultad, somos la segunda fuerza. Pero ahora se nos abrieron nuevas perspectivas, porque se nos empezó a acercar mucha gente y estamos por presentarnos en también Medicina e Ingeniería”, aseguró Pablo Scarfoni, dirigente de la agrupación que, además, tiene militantes en Derecho. Cabe aclarar que en Económicas muchas agrupaciones independientes y de izquierda no participan de las elecciones, a las que consideran irregulares. En esa facultad, el centro de estudiantes es conducido por Nuevo Espacio, agrupación vinculada con el dirigente radical Emiliano Yacobitti, también surgido de Franja Morada, alineado en las últimas elecciones con Jorge Telerman, tanto que asumió un cargo en el gobierno porteño.
“El triunfo del macrismo no va a cambiar el mapa político de la UBA. Algunos ya se comprometieron con Macri, como el radical Giusti (José Luis, consejero superior), y existen sectores profesionalistas y conservadores que también le van a aportar cuadros. Pero no veo que puedan generar un gran impacto este año”, consideró Gabriel Puricelli, consejero graduado de Ciencias Sociales. Igualmente, en su análisis, el politólogo hizo un llamado de atención a los estudiantes: “La práctica política actual favorece la desmovilización y mantienen lejos de la participación a los estudiantes. Para que la derecha no pueda reacomodarse, tampoco hay que generarle condiciones objetivas para que lo haga”.
Entre los estudiantes, las reacciones fueron diversas. La dirigencia de Federación Universitaria de Buenos Aires, en manos de un frente de izquierda, asegura que el futuro político de la UBA no tendrá grandes cambios. Juan Pablo Rodríguez, copresidente de la FUBA por el Partido Obrero, analiza que “las elecciones de la Capital en los últimos tiempos no tuvieron gran influencia en la universidad. (Aníbal) Ibarra ganó dos veces y no pudo hacer pie en la universidad, así como Macri ya había sacado un porcentaje bastante alto en 2003 y, sin embargo, tampoco se tradujo en ninguna línea directa entre los estudiantes. Ya no hay una organización política hegemónica que represente a la burguesía. Están inmersos en una lucha intercamarillas”.
Desde uno de los sectores afines al kirchnerismo que apoyó primero a Telerman y después al ministro Daniel Filmus, los universitarios del Movimiento Libres del Sur creen que “si bien la universidad es autónoma, forma parte de la sociedad, y la victoria de Macri es un retroceso y un peligro por el avance de la derecha”. Braulio Silva aseguró que detrás de la figura del líder de PRO “aparece el interés de la Iglesia sobre la educación” y advirtió que “lo más probable es que la derecha neoliberal comience un proceso de reordenamiento para capitalizar el triunfo”.
Frente a este panorama, en el rectorado de la UBA los funcionarios consultados mostraron un perfil “abierto y pluralista”, sobre todo para mantener el equilibrio interno entre los diferentes sectores que integran la gestión: el rector Rubén Hallú y el vicerrector Jaime Sorín son dos peronistas de distinto perfil. Sorín, junto a los decanos de Sociales, Exactas y Filosofía, publicitó su apoyo a Filmus ante el ballottage. Pero, por caso, el secretario de Hacienda del rectorado, Hernán Piotti López, es un profesor de Económicas cercano al macrismo. “La crisis por la que pasa la universidad nos obliga a apuntar a un perfil de gestión”, comentó un funcionario. Pese a que aún no recibieron ningún llamado, en el rectorado saben que de un momento a otro tendrán alguna noticia de parte del equipo que el PRO está armando para el área educativa, seguramente “para conversar de los convenios compartidos” y, además, porque “la UBA aporta un bálsamo de prestigio y progresismo”, según la misma fuente. Para Puricelli, difícilmente “la gestión de Macri genere un cambio fuerte en la relación del Estado con la UBA. Es decir, conceptualmente Macri no tiene a la UBA en cuenta para su futuro gobierno. Pero las gestiones anteriores, que se autoproclamaban progresistas, tampoco lo hicieron con demasiada convicción”.
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