El cuento por su autor

”Espejo” es un relato escrito a pedido para un volumen de una colección que se llamaba Remakes, de la editorial 451 de Madrid. Una colección que editaba reescrituras de clásicos, que iban desde el homenaje a la parodia. Sacaron Comedias de Shakespeare, El Mío Cid, Tragedias griegas. Reunieron a muchos autores argentinos (desde Fogwill a Martín Kohan) para sacar un libro que se iba a llamar Martín Fierro. A mí me dijeron que la idea era hacer una adaptación totalmente libre. Que se trataba de que fuera, antes que nada, un cuento mío, en donde se reconociera mi estilo. Así que lo que hice fue tratar de imaginar cómo sería Martín Fierro si viviera hoy en Argentina. Lo imaginé, entonces, como un joven hampón del conurbano, venido del interior del país. Tomé muy pocos elementos de la obra original de Hernández. El caballo, el apodo del protagonista, el cuchillo, la familia destrozada, la fuga. La crítica es un ejercicio de retórica que puede justificar o defenestrar cualquier cosa. Así que se podría decir que el relato no tiene ninguna correspondencia con Martín Fierro. Pero creo que también se podría decir lo contrario. Ricardo Piglia, a quien está dedicado, por años de amistad, me dijo que estaba muy bueno pero que no tenía nada que ver con Martín Fierro. La obra de Hernández es increíble y sigue vigente a través del tiempo. Mi cuento es apenas un modesto homenaje.

Vino la crisis en España y, a pesar de que nos pagaron, el libro nunca salió publicado.