El cuento por su autor

El cuento se publicó por primera vez en La piedra de la cordura, un libro que reúne nueve cuentos de diferentes autores. La propuesta era escribir un cuento en el que su protagonista atravesara algún problema neurológico. Los escritores contaríamos con el asesoramiento de un neurólogo para las cuestiones más específicas de la enfermedad. Me gustaba la idea, especialmente si el trastorno estaba relacionado o afectaba al lenguaje. Con el primer neurólogo no avancé mucho, con el segundo menos, con el tercero bastante. Empecé paralelamente a entrevistarme con algunos pacientes, pero la cosa no avanzó mucho más y terminó estancándose. Empecé a pensar que lo mejor sería bajarme del proyecto, había que reconocer que algo estaba trabado, y yo no quería atrasar a la gente que coordinaba la publicación. Hasta que recibí un llamado, el neurólogo Facundo Manes sería mi nuevo asesor para el cuento. Llegué a su consultorio una tarde temprano, creo que antes de que él empezara con sus consultas. ¿Vos estás interesada en un trastorno del lenguaje?, me preguntó. Manes me habló de la demencia semántica, trastorno que yo desconocía, me ofreció material, hablamos sobre algunos casos específicos, vimos un video corto sobre la enfermedad. Me volví a mi casa y ese día no escribí nada pero me quedé hasta tarde leyendo el material. A la mañana siguiente, preparé café, me senté frente a la computadora y “bajó” el cuento. Como si hubiese estado tejiéndose sin mí, escribí el cuento sin dificultad, de una. Después vino la corrección y Manes fue otra vez muy generoso en leerlo y hacer sus nuevos aportes. Incluí después el cuento en El sentido de la lectura. Por alguna razón, es uno de esos cuentos que hacen su camino. Suelen enviarme videos de grupos de teatro que hacen puestas y adaptaciones sobre el relato, un grupo de estudiantes hizo un análisis del cuento desde el punto de vista del personaje que acompaña al enfermo. Me contaron que hay un médico que se lo da a leer a las familias de los pacientes con demencia semántica. No conozco al médico, pero una vez hasta me llegó una carta de una de esas familias. Ahora, cada vez más seguido, pienso en escribir historias que cuenten hechos reales de personajes que hayan tenido o tengan algún tipo de trastorno neurológico, ya es casi un proyecto.