El cuento por su autor

Esther Cross y Angela Pradelli compilaron en 2009 para el sello Emecé una antología original donde 25 escritores argentinos tenían que escribir sobre La Biblia. Cuando se comunicaron conmigo, muchos de los trozos en que yo había pensado ya estaban “tomados” por otros autores. He sido infinitamente menos lector de la Biblia que Faulkner o hasta el mismo Onetti, así que me puse a buscar. Me fascinó la historia encadenada del rey David, y de su sucesor sobre todo, el rey Salomón.

Hice lo que habría hecho en cualquier otro caso que hubiera elegido. Había pensado que las cosas no han cambiado tanto como se cree no sólo desde 1960 hasta hoy, sino desde la época del Antiguo Testamento hasta la Modernidad o la posmodernidad. Estaba seguro de que aquella época estaba plagada de atorrantes sabrosos, itinerantes y pobres, como todas. Y que debían de tener una visión del poder y de las cosas sagradas, por así llamarles, mucho menos solemne que en los grandes libros y Escrituras.

Siempre lo mejor está en lo que surge mientras se escribe. Aún hoy me sigue conmoviendo el viejito que está tan muerto de hambre que ni siquiera le dan las fuerzas para hablar con signos de admiración.

Quien se tome la molestia de leer esa zona del Libro original podrá comprobar que inventé muy poco (menos de lo que parece), salvo un modo de hablar que le quita la espuma agregada a las cosas, y contempla todo con cierto distanciamiento y humor.