20 años en el espejo: Los reportajes de Página/12 que testimonian dos décadas de la cultura, la sociedad y la política argentinas
› Por Cynthia Lejbowic
Publicado el 14 de diciembre de 1997
Sabe más por diablo que por cualquier otra cosa, Joan Manuel Serrat, y propone la conversación en la sala VIP del Aeroparque, cuando el plan de volar a Rosario es la alternativa aún no malograda. Lleva a cuestas, en esta ocasión, las casi cuarenta ciudades que tocó la gira de “El gusto es nuestro”: “Aparte, es que también dormimos poco porque a la mañana siguiente..., pues siempre hay alguna cosa que hacer, con la que cumplir o dónde ir. Cosas evidentemente voluntarias y queridas y necesarias, pero que no te dejan tampoco recuperarte mucho a este ritmo de show. Pero esto no es una queja, te contesto una pregunta, no me quejo”.
“Nunca vi este espectáculo como un concierto grande –vienen unas palabras sobre este megatour–. Lo vi más bien como una fiesta y como una historia compartida a la que no sólo le va bien la complicidad. Este espectáculo, sin complicidad, sería una sosera, sería un muermo. Y, afortunadamente, es una fiesta que nos ha salido bien. Hasta hoy, y falta pues una semana para que bajemos el telón a este proyecto, hasta hoy yo no he leído una sola objeción a esta historia de fiesta.”
–¿Cómo llevan la convivencia?
–Bueno, convivir siempre es difícil. Incluso es difícil convivir de a dos a veces con muchas cosas en común, con cosas tan consistentes como los resultados de la convivencia, ¿no? Pero creo que la convivencia siempre exige para funcionar tres cosas imprescindibles. Una, sin duda, es el cariño. La otra es el respeto, al profundo respeto a la otra o las otras personas. Y la otra es la capacidad de sacrificarse, que es la generosidad. Y aquí, afortunadamente, han funcionado las tres. Aun así puede cagarse y nosotros, en broma pues, ya te digo, estamos planteando la bronca del último día. Porque no puede ser, llevamos mucho tiempo llevándonos muy bien y esto merece pasar por un momento de bronca.
–¿No se te vuelven necesarios momentos de soledad?
–Yo diría que, afortunadamente, puedo ser capaz de meterme en el ámbito mío, en éste, sin gran dificultad. Y, lamentablemente, pues la vida se ocupa de los momentos de soledad que me proporciona sin que yo los quisiera.
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