Jue 08.02.2007

VERANO12

Landrú X Maria Moreno

20 años en el espejo: Los reportajes de Página/12 que testimonian dos décadas de la cultura, la sociedad y la política argentinas

› Por Maria Moreno

“Peligro en Constitución. Onganía en Retiro”, decía el titular de tapa de Tía Vicenta poco después de que el presidente Illia destituyera a Juan Carlos Onganía como comandante en jefe. Muy poco después, en la primera oportunidad que le dio su golpe de Estado, el general apodado La Morsa cerró Tía Vicenta... y se maldijo el resto de su vida por tener que compartir con su director, Juan Carlos Colombres, el mismo nombre de pila. En rigor de verdad, Colombres hacía rato que se había autobautizado “Landrú” en honor a un criminal que fue ejecutado el mismo día que él nació: el 19 de enero de 1923. Y, también en rigor de verdad, la palabra humorista le queda chica a Landrú: es como Florencio Molina Campos o Calé, un semiólogo espontáneo de la vida social de varias décadas. Si la cultura argentina siempre tiene la apariencia de dos paralelas que, aunque se toquen, son leídas como antípodas –Boedo & Florida, Contorno & Sur–, no dejan de ser interpretaciones gemelas acerca de la forma de ser austero. Por eso ha sido más adecuado poner en el cuadro de honor del extravagario fervoroso a Macedonio Fernández que a Landrú. Porque, si bien Fernández era “de familia”, combinaba a prueba de resentimientos pensión, guitarra, metafísica y la marca de ser algo así como el padre del padre (Borges), lo que frunce inmediatamente los labios en la pronunciación de la palabra “genial”.

Landrú, en cambio, desciende de un obispo y ha almorzado con más de un milico, pero ha tomado de punto a las clases sociales con menos ingenuidad que a Borges. En suma, para un alineado a cualquier línea cultural, Landrú no da ni para heterodoxo à la Viñas, ni para versión “gordi” de Charly García, ni para “rescatado” por una crítica que mire su pedigrí más allá del suplemento Ollas y Sartenes. Landrú vive en Alvear y Parera, como corresponde a lo que él mismo determinara como gente bien. Pero, siendo él quien sistematizó las reglas de la paquetería, se permite decorar su departamento con plantas de plástico, cosa que en los ’60 lo hubiera puesto a la cabeza de los campeonatos de mersas que organizaba desde Tía Vicenta, la revista que transformó la política nacional en un zoológico donde Alvaro Alsogaray era representado por un chanchito, Pedro Eugenio Aramburu por una vaca, Arturo Illia por una tortuga e Isaac Rojas por una hormiga.

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