En el breve lapso de una semana se observaron dos expresiones opuestas de un mismo rostro del Gobierno en la esfera de la econom铆a. Por un lado, el alejamiento de Miguel Peirano por la persistente tarea de demolici贸n del Indec por parte de Guillermo Moreno. Y por otro, el aumento de las retenciones a las exportaciones de granos y petr贸leo, que significa la captura por parte del Estado de una renta extraordinaria proveniente de la tierra y de recursos naturales no renovables, adem谩s de intervenir as铆 en la contenci贸n de los precios internos de alimentos y naftas. Ambas facetas revelan el car谩cter contradictorio de la gesti贸n del gobierno de Kirchner, que obliga a cierta complejidad a la hora de la evaluaci贸n para evitar an谩lisis superficiales sobre la orientaci贸n de la pol铆tica econ贸mica.
La batalla por el Indec ya forma parte de lo peor del inventario, con una l贸gica de construcci贸n de poder que se ha convertido en un boomerang, pese a que en los pasillos del Palacio puedan sentir que han triunfado, como si se tratara de una interna sindical del Instituto. El criterio b谩sico para las estad铆sticas es que sean cre铆bles, socialmente aceptadas. En caso contrario, son inservibles, una herramienta in煤til para las decisiones de los agentes econ贸micos. El actual IPC se convierte en objeto de veneraci贸n y de autosatisfacci贸n del poder, pero no tiene ning煤n valor salvo la de pagar menos por los bonos indexados por inflaci贸n, aunque no habr铆a que descartar costos futuros por juicios motivados por esa manipulaci贸n grosera de los 铆ndices. El rostro oscuro del Gobierno por la crisis del Indec no s贸lo es por el dibujo del IPC o por la discusi贸n sobre los nuevos 铆ndices, sino por el matonismo y la persecuci贸n de trabajadores que se oponen a la intervenci贸n de Moreno. Siempre existieron matices en las disputas pol铆ticas, gremiales y metodol贸gicas en el seno del Indec, que fueron debatidos en un marco de respeto por la opini贸n diferente para, en 煤ltima instancia, la autoridad responsable avanzar en consensos. Sin embargo, ese marco de m铆nima civilizaci贸n en el Indec fue directamente borrado a partir del protagonismo de Moreno, funcionario que reporta a Kirchner.
El desastre en el Indec-Moreno motiv贸 la renuncia amigable de Peirano a integrar el futuro gabinete de Cristina Fern谩ndez. Resulta llamativa la persistencia en la defensa de un funcionario con rango de secretario que a lo largo de este a帽o no ha mostrado mucha eficacia en su tarea. Por el contrario, los resultados en materia de precios y en el Indec fueron lamentables. No deber铆a sorprender si las grandes empresas, los frigor铆ficos y los supermercados, los eslabones dominantes del mercado de los alimentos, reclaman la permanencia de Moreno en Comercio Interior.
En la vereda opuesta de ese lado oscuro, el Gobierno dispuso un fuerte aumento de las retenciones a las exportaciones de petr贸leo y sus derivados, naftas y lubricantes. D铆as antes hab铆a implementado lo mismo para las de soja, ma铆z y trigo. Son medidas audaces de gesti贸n al enfrentar a sectores poderosos, como el petrolero y el campo. El Estado se apropia de una fabulosa renta originada en un shock externo de proporciones debido a la disparada de los precios de las materias primas. Esa intervenci贸n tiene una ra铆z estructural sobre c贸mo debe distribuirse una ganancia fruto de la explotaci贸n de recursos naturales (en estos casos, la tierra y el petr贸leo), y una motivaci贸n coyuntural por el alza de los precios internos de los alimentos y de las naftas.
Cada vez se comprende m谩s que, adem谩s de acercar recursos al fisco, las retenciones buscan equiparar el precio internacional al dom茅stico y, de esa forma, contener las presiones inflacionarias (con algunas excepciones, como la recoleta posici贸n de Elisa Carri贸). En cambio, a煤n permanece en una nebulosa el concepto de renta agropecuaria o petrolera y, por lo tanto, la necesaria intervenci贸n del Estado en funci贸n de un mejor reparto de la riqueza en la sociedad. Por ejemplo, para evitar pol茅micas eternas sobre las retenciones o cualquier otro impuesto espec铆fico sobre el agro se requiere precisar la distinci贸n entre la renta de la tierra y la ganancia de otros sectores. La econom铆a agraria es diferente del resto por la especificidad de la producci贸n agropecuaria. Esta reconoce la particularidad de la tierra como factor de producci贸n. La tierra, medio fundamental en el que se apoya la actividad primaria, tiene caracter铆sticas propias que la hacen diferente a los otros dos factores de producci贸n (trabajo y capital), a saber: no es producida por el trabajo humano, no es reproducible, es limitada en cantidad y es de calidad heterog茅nea. La renta agraria, entonces, no se origina en la apropiaci贸n por el empresario del plusvalor generado por el trabajador asalariado. Se trata de una ganancia extraordinaria que va a manos de los rentistas (due帽os de los campos, pero tambi茅n al resto de los eslabones que distribuyen y comercializan la producci贸n), originada en ventajas naturales (fertilidad del suelo y clima). Argentina, por obra y gracia de la 鈥減ampa pr贸diga鈥, tiene una renta agraria diferencial a escala internacional. En esa l贸gica, la ganancia extraordinaria atribuible a una ventaja tecnol贸gica (por ejemplo, en la industria) no es una renta, y s铆 lo es la que surge de ventajas naturales. Esa diferenciaci贸n es 煤til para entender, por ejemplo, el porqu茅 de las retenciones a las exportaciones agrarias. Como la renta de la tierra es una ganancia extraordinaria, y la tierra es considerada un patrimonio social (por las ventajas naturales), el Estado tiene la facultad de regular la forma en que dicha renta agraria a escala internacional se distribuye al interior de la sociedad.
La misma l贸gica se refiere para la renta petrolera, con el factor adicional y no menor que esa ganancia extraordinaria se obtiene de recursos no renovables. La clave para abordar esta cuesti贸n es precisar en qu茅 categor铆a se ubica el petr贸leo. Los pa铆ses desarrollados siempre lo definieron como un bien estrat茅gico, ayudando a la expansi贸n de sus trasnacionales para imponer la enga帽osa idea en las naciones perif茅ricas sobre que el crudo es un commodity. Como si fuera un mero bien comercial, una simple materia prima, lo mismo que el trigo o el caf茅. La diferencia obvia, pero no por eso evidente por la cruzada de desorientaci贸n, es que el petr贸leo y el gas 鈥損or el momento, combustibles imprescindible para impulsar el motor de las econom铆as鈥 son recursos no renovables. Caracter铆stica que los convierte en estrat茅gicos.
Cuando el Gobierno interviene en esos sensibles mercados v铆a retenciones ofrece claridad a la vereda de su gesti贸n, oscurecida por la crisis del Indec.
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