La filosofÃa liberal pone el énfasis en la libertad individual, y en la propiedad privada como el producto de la vida y la libertad de cada persona. Desde esta visión, sus adherentes plantean los perjuicios de la intervención del Estado en la economÃa, ya que se alteran las reglas del mercado y se afectan las libertades de los agentes. En otras palabras, las polÃticas activas generan inflación, desincentivo a la inversión y malas expectativas para los mercados, que conducen a una caÃda de la actividad, recesión y desempleo.
Por eso, muchos esgrimen que el gobierno actual fracasa sistemáticamente en su accionar: genera inflación con la expansión monetaria, distorsiona los precios relativos con la aplicación de subsidios y con las polÃticas de redistribución del ingreso, y propicia un mercado negro de divisas estableciendo un cepo cambiario para los que quieren acceder al dólar para atesoramiento. Sin ser tan explÃcitos, los crÃticos de la ortodoxia plantean que todo ello se podrÃa solucionar de manera rápida y efectiva: la inflación puede eliminarse abriendo totalmente la economÃa, aplicando una polÃtica monetaria contractiva y reduciendo el gasto público al nivel de subsistencia del Estado. Al mismo tiempo, muchos argentinos podrÃan comprar dólares si se liberara el cepo cambiario y se recurriera nuevamente al endeudamiento externo; paralelamente, las empresas encontrarÃan un nuevo clima de negocios para invertir y crecer si se desregulara la economÃa. En otras palabras, los grandes flagelos de este modelo (inflación, falta de dólares y desconfianza) serÃan prácticamente eliminados siguiendo la conocida receta neoliberal.
Estas propuestas ya tuvieron su lugar en la historia reciente argentina, ya que durante los años ‘90 y hasta el 2001 inclusive, se pudo eliminar la inflación con un Estado en su mÃnima expresión y sin polÃtica monetaria autónoma, abriendo la economÃa al mundo para permitir que ingresaran productos masivamente, facilitando a las empresas invertir sin condiciones ni regulaciones; además, los agentes podÃan comprar tantos dólares como pudieran gracias a un esquema de libre convertibilidad y acceso al crédito internacional.
Otro punto interesante y soslayado de esta filosofÃa es el derecho que cada individuo tiene de defenderse –y de pedir a otros que lo ayuden a defenderse– cuando existen personas, grupo de personas o incluso gobiernos que intentan quitarles su propiedad por la fuerza o sin consentimiento. Para ello, esta filosofÃa admite que los individuos elijan un lÃder, aunque sin imponer gobernantes a los demás (la democracia serÃa el mecanismo institucional a través del cual se resuelve esta cuestión). También dice que los individuos deben poder intercambiar sus bienes voluntariamente y que ello debe resultar beneficioso para ambas partes.
Tal vez los argentinos hayamos aprendido algo de esta filosofÃa. Por ejemplo, dado que producto de la crisis miles de personas perdieron sus propiedades y el derecho a intercambiar voluntaria y beneficiosamente el producto de su vida y su tiempo, éstos eligieron por mayorÃa democrática una figura que los representa en la defensa de sus derechos y en la devolución de aquello que les fue enajenado. También, y frente a los que detentan un poder de mercado suficiente para imponer condiciones, los individuos se agruparon y, mediante sus representantes en el Congreso electos mediante el voto libre y sin proscripciones, establecieron reglas en defensa de un intercambio voluntario y en condiciones beneficiosas frente a los actores que abusan de su poder de mercado en detrimento de los más débiles.
Lo paradójico es que buena parte de los voceros de esta filosofÃa parecen olvidar algunos de estos puntos y eludir deliberadamente los costos y las consecuencias de sus polÃticas sobre el conjunto de la comunidad. Ninguna propuesta de cambio puede eludir la identificación de los costos que trae aparejada y, en ese caso, de quién y cómo se terminarán pagando. La receta liberal puede ser efectiva para algunos, pero no siempre responde al interés colectivo, ni aplica para un pueblo que pondera la justicia social por sobre las libertades individuales. El producto de la vida y la libertad es mucho más que la propiedad, y por sobre los deseos individuales están los derechos de una comunidad que ya no acepta volver atrás, porque cada dÃa está más convencida de que nadie progresa a costa de ningún compatriota.
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