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Miércoles, 3 de agosto de 2005
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ENTREVISTA A MIGUEL GUERBEROF

Hablar sin palabras

En Solo acto sin palabras, el actor y director retoma una obra en dos partes de Samuel Beckett, de quien no s贸lo mont贸 una decena de piezas, sino que le sirvi贸 para bautizar la sala.

Por Cecilia Hopkins
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Guerberof presenta Solo acto... en el Beckett Teatro.
Nacido en 1906, el irland茅s Samuel Beckett salt贸 a la fama (muy a pesar suyo, a causa de su proverbial retraimiento) cuando en 1954 se estren贸 la pol茅mica Esperando a Godot. Autor de una profusa obra narrativa y l铆rica, el mismo Beckett se encarg贸 de aclarar que fue a partir de la d茅cada del 50 cuando supo que hab铆a encontrado su personal modo de expresi贸n: 鈥淐a铆 en la cuenta de mi propia idiotez, s贸lo entonces empec茅 a escribir lo que sent铆a鈥. Desde entonces, sus textos comenzaron a poblarse de personajes privados de voluntad o, a la inversa, de seres dotados de un voluntarismo desmesurado, pero sin mucho para hacer. En sus obras, d煤os de clowns poco ortodoxos (Pozzo y Lucky, Mercier y Camier, Neil y Nagg) ocupan la escena para desarrollar di谩logos deshilvanados, entrecortados por enigm谩ticos silencios. En Acto sin palabras (hay dos versiones, I y II) Beckett presenta sendos personajes sin habla, los cuales, a partir de una violenta se帽al sonora, comienzan a relacionarse con su entorno, de acuerdo con diversos grados de alienaci贸n.
Director y actor especializado en Beckett (seg煤n sus c谩lculos, ya concret贸 unas diez puestas del autor dublinense), Miguel Guerberof acaba de estrenar Solo acto sin palabras, espect谩culo que integra las dos versiones de aquellas piezas, interpretadas por Gerardo Baamonde y Facundo Ram铆rez (quienes ya las hab铆an presentado en varias oportunidades conducidos por el mismo director), a las que se suma un texto no estrenado en el pa铆s 鈥揝olo鈥, perteneciente a la 煤ltima 茅poca del autor. De este modo, Guerberof contrapone silencio y verborragia, dos rasgos tan opuestos como beckettianos: 鈥淣o querer decir, no saber lo que se quiere decir, no poder decir lo que se cree que se puede decir, o casi鈥. Esa misma actitud del protagonista de la novela Molloy (1951) parece animar el ins贸lito discurso que lanza el an贸nimo personaje de Solo, a cargo del propio Guerberof.
鈥淗acer este autor ya es un h谩bito para m铆 y, como dec铆a el mismo Be-ckett, 鈥榚l hombre es prisionero de sus h谩bitos como el perro de su v贸mito鈥欌, se r铆e el actor y director en la entrevista con P谩gina/12. El estreno coincide con la inauguraci贸n del Beckett Teatro, la nueva sala del Abasto (Guardia Vieja 3556) que lo tiene a Guerberof al frente de la direcci贸n art铆stica. Construido muy poco antes del desastre de Croma帽贸n sobre lo que fue un dep贸sito de art铆culos de limpieza, el teatro cuenta con 100 butacas y, seg煤n se enumera, todos los requerimientos de seguridad al d铆a. Ante la pregunta acerca de las expectativas que genera el nuevo espacio, el director anticipa: 鈥淨uiero tenerlo abierto a todo tipo de experiencias para que se instale una corriente de p煤blico. Y que funcione para los que nunca hicieron teatro: cuando daba clases en el Conservatorio, yo iba a ver las obras que pon铆an mis alumnos. Las hac铆an en los lugares m谩s ins贸litos y, a veces, pagando fortunas. Quiero que vengan esos espect谩culos y que los pongan aqu铆 durante la semana: tienen que tener en claro que cuando se hace teatro alternativo tambi茅n hay que adaptarse a horarios alternativos鈥. Por el momento, la programaci贸n est谩 completa: a Solo... se le suma la reposici贸n de La Chira, de Ana Longoni, con direcci贸n de Ana Alvarado y, pr贸ximamente, una versi贸n de El amante, de Harold Pinter, y Alcestes, de Eur铆pides, ambas dirigidas por el mismo Guerberof.
En relaci贸n con su recientemente estrenado espect谩culo, el director observa que fue concebido 鈥渃omo un homenaje a toda la obra de Beckett: los personajes son los de Esperando a Godot, comen zanahorias, se cepillan los dientes y toman su remedio como la Winnie de Los d铆as felices, tambi茅n hay referencias sutiles a Final de partida y Molloy. El mon贸logo de Solo se puede referir a todos sus personajes, por eso ninguno de los dos actores sale de escena. Es como una conferencia absurda, un discurso que no tiene una sola coma; las pausas, la respiraci贸n que le encuentra el actor es lo que lo hace fluir, por eso no es f谩cil aprehender la cadencia que necesita ese texto鈥. Es evidente que las palabras y silencios de Beckett resuenan en Guerberof de un modo particularmente intenso: 鈥淟a empat铆a que siento con sus textos viene, seguramente, de la profunda desilusi贸n que siento鈥, razona. 鈥淗ay quien dice 鈥榯engo esperanza pero no tengo ilusiones鈥 y otros que invierten la frase. Yo, en cambio, no tengo ning煤n tipo de esperanzas ni ilusiones, lo cual no quiere decir que no tenga proyectos ni ganas de hacer cosas, algo que es inevitable. Pero expectativas muy grandes no tengo. Comparto con 茅l esa iron铆a que tiene sobre la desilusi贸n. Esas manchas en el silencio que tienen sus textos lo han diferenciado de muchos otros creadores contempor谩neos suyos. La s铆ntesis de Beckett nos recuerda que cada vez hablamos con menos palabras. S贸lo que no son tan significativas como las suyas.鈥

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