Que un baterista exclame el consabido 鈥溌n, dos, tres, cu谩!鈥 no es el modo habitual para que se largue un marat贸n, pero exactamente eso es lo que pas贸 el jueves por la tarde en el Club Ciudad de Buenos Aires: empez贸 una larga carrera de resistencia... rockera. El Pepsi Music, presentado en la previa como 鈥渆l gran evento del a帽o鈥 para el rock argentino (m谩s un par de visitas internacionales), arranc贸 algo t铆mido, como siempre comienzan estos maratones organizados por la productora Pop Art. Es cierto que el final, con un Luis Alberto Spinetta m谩s comunicativo que de costumbre, tuvo momentos de un lirismo nada frecuente en el medio local. A pesar de que el Flaco debi贸 cortar su set porque se hab铆a pasado de la hora (las benditas 鈥渄isposiciones municipales鈥), tuvo tiempo para las siempre conmovedoras 鈥淟aura va鈥, 鈥淟os libros de la buena memoria鈥 y 鈥淒urazno sangrando鈥, para los solos en 鈥淟a herida de Par铆s鈥 y para seguir insistiendo inteligentemente en que 鈥渉ay que impedir que juegues para el enemigo鈥. Sin embargo, la oferta con bandas y solistas que no pasan por su mejor momento en cuanto a conexi贸n con el p煤blico masivo, sumado al hecho de que las entradas para esta primera fecha se regalaban comprando las de otros d铆as, provoc贸 que el gran debut se pareciera a una puesta a punto con espectadores, que en el momento pico llegaron a ser unos 10 mil.
Y si se trat贸 de eso, hay que decir que todo result贸 casi perfecto. La puesta en escena en el Ciudad de Buenos Aires es imponente, con la cancha de rugby y la isla completamente cubiertas por un piso pl谩stico que evitar谩 la superproducci贸n de barro por lluvias como la de ayer, ba帽os qu铆micos por todas partes y zonas de gastronom铆a y esparcimiento para tentarse si los artistas que tocan en ese momento no son los que el espectador fue a ver. Hay cuatro escenarios, algunos dispuestos en carpas o tinglados y un par al aire libre. El principal es un lujo, el mejor que se haya visto en la Argentina (exceptuando, claro est谩, los de los tours internacionales): lo que a lo lejos parecen hileras de tubos fluorescentes desplegados horizontalmente, en realidad son pantallas que arman im谩genes durante los shows. Desde el tablado sale una rampa con forma de 鈥淟鈥, que los m煤sicos aprovechan para estar m谩s cerca del p煤blico y, de paso, arengar un poco en los momentos clave. A los costados s铆 hay dos pantallas para que puedan seguir los que est谩n m谩s lejos. Pero no son las habituales, que no se ven cuando todav铆a hay sol o que se vuelan con el viento, sino dos modernas paredes de cristal l铆quido (o LCD) con excelente definici贸n.
Hilda Lizarazu fue la primera en pisar el escenario mayor, a una hora en la que apenas hab铆a un par de miles de personas deambulando por el Ciudad. Ten铆a su l贸gica, claro: los adolescentes prefer铆an festejar el D铆a de la Primavera en el Rosedal, devenido, como en cada a帽o, en un monumental hervidero hormonal. M谩s tarde, La Mosca logr贸 mover a los que andaban por ah铆 con esas canciones que hace unos a帽os no paraban de sonar en las radios de f贸rmula, y Memphis mostr贸 su propuesta de la 煤ltima d茅cada, m谩s orientada al p煤blico de Tinelli que al que iba a verlo a antros mal iluminados hasta mediados de los 鈥90. El Bahiano recurri贸 a mayor铆a de hits de su pasado con Pericos y a algunos covers para conseguir una moderada respuesta. El cantante conserva su carisma, pero no es lo mismo tener detr谩s a una banda que a m煤sicos contratados. Y se nota mucho.
El 鈥淗omenaje al Rock Argentino鈥 perge帽ado por Lito Vitale en los dos discos Esc煤chame entre el ruido tuvo en vivo una versi贸n devaluada, porque no estuvieron los artistas m谩s convocantes (el Indio Solari, el Pelado Cordera, Los Piojos, Adri谩n D谩rgelos, Arbol). Quienes s铆 subieron fueron Palo, Juan Carlos Baglietto, Pedro Aznar, Horacio Fontova, Ulises Butr贸n, Celeste Carballo, Andr茅s Gim茅nez (ex A.N.I.M.A.L.) y Claudia Puy贸, que, adem谩s de hacer las canciones que registraron para los discos a beneficio del Garrahan, se animaron con algunas de los que pegaron el faltazo. Con la orquesta Juan de Dios Filiberto en pleno y el comando de Vitale, el set fue como un gran karaoke en el que, a diferencia de lo que siempre pasa en los karaokes, los cantantes no desafinaban y ten铆an buenas voces. Pero no dejaba de ser raro escuchar a Baglietto haciendo 鈥淛i ji ji鈥 (隆el pogo m谩s chico del mundo!) o a Gim茅nez leyendo la letra de 鈥淨u茅 ves鈥. Hubo, de todos modos, un momento que hizo erizar la piel: Puy贸 cant贸 notablemente 鈥淣oche de perros鈥 y, en el final, la orquesta se embarc贸 en el m谩gico crescendo mientras el guitarrista H茅ctor Starc hac铆a el solo de su vida. Y eso que el Pepsi Music reci茅n estaba calentando los motores...
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