鈥淏uenas noches, bienvenidos鈥, fue el lac贸nico recibimiento que Roger Waters le ofrend贸 a su p煤blico, en una curiosa inversi贸n de roles: en rigor era 茅l, ex l铆der de Pink Floyd y leyenda absoluta del rock, el gran bienvenido de la noche en el estadio Monumental. Es probable, sin embargo, que el saludo de Waters obedeciera a una l贸gica de otra naturaleza, como la que se verificar铆a a lo largo del recital. La gente, 60 mil personas que esperaron durante a帽os ese momento, fue la invitada de lujo dentro de un programa que no contemplaba su participaci贸n. La m煤sica de Pink Floyd monopoliz贸 la atenci贸n de la fiesta-concierto que tuvo a Waters y a su banda como 煤nicos protagonistas. El p煤blico 鈥渟贸lo鈥 escuch贸, abrumado por la m煤sica y por la puesta. Casi la ant铆tesis del rock de estadios que abunda en nuestro pa铆s por estos tiempos.
Fue el tiempo, precisamente, el que pareci贸 diluir su sentido anoche. El presente estaba garantizado por la perfecci贸n tecnol贸gica, lum铆nica y escenogr谩fica. El sonido envolv铆a literalmente la cancha de River. Pero las canciones de Waters invitaban a un verdadero 鈥渧iaje鈥 temporal, que no admit铆a coordenadas precisas. Una dulce melancol铆a arrastraba a un pasado no conocido por la mayor铆a, cuando la pantalla gigante mostraba im谩genes viejas, muchas de ellas in茅ditas aqu铆, con el m铆tico Syd Barrett incluido. Claro, estaba sonando 鈥淪et the Controls for the Heart of the Sun鈥 una canci贸n oscura y psicod茅lica de los a帽os 鈥60, que Waters atin贸 a 鈥渕odernizar鈥 en un punto, con arreglos de vientos, sin quitarle nada de su magia original. La cara de Barrett, fantasmal, volvi贸 a aparecer en 鈥淪hine on You Crazy Diamond鈥, el hermoso tema escrito en su honor hace ya 32 a帽os; el p煤blico aplaud铆a conmovido, al mismo tiempo que una suelta de burbujas se iba desparramando desde el escenario hasta el campo e inclusive la tribuna. Como para completar el viaje.
El eje convocante del concierto fue The Dark Side of the Moon, un gancho movilizador que, por otra parte, no tuvo un papel hegem贸nico. De hecho, el show empez贸 con 鈥淚n the Flesh鈥 y sigui贸 con 鈥淢other鈥 (dos gemas de The Wall; en esta 煤ltima se extra帽贸 el dueto vocal con David Gilmour que, por razones obvias, no estuvo anoche en River). La banda son贸 como correspond铆a: impecable. Con la 鈥渕arca鈥 Pink Floyd flotando como un fantasma sobre sus espaldas, los m煤sicos se limitaban a ejecutar las partituras con precisi贸n de relojer铆a. Un Waters parco dejaba que la m煤sica y las im谩genes hablaran por 茅l. En el antib茅lico 鈥淭he Fletcher Memorial Home鈥 hubo silbidos para los personajes que escup铆a la pantalla: Thatcher, Galtieri, Pinochet, Hitler, Reagan, entre otros. En 鈥淪heeps鈥 apareci贸 el famoso cerdo inflable gigante, con los grafitis que integrantes del p煤blico escribieron especialmente para la ocasi贸n: 鈥淢etan preso a Bush antes que nos mate a todos鈥, 鈥溌緿贸nde est谩 Julio L贸pez?鈥 鈥淣unca m谩s鈥, 鈥淓l miedo construye paredes鈥. Palabras que provocaban sensaciones. Una noche de sensaciones, en definitiva, que no pueden ser descriptas con palabras.
Informe: Cristian Vitale.
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