Vino por primera vez en 1984, cuando se llev贸 la C谩mara de Oro a la mejor 贸pera prima por Extra帽os en el para铆so, su largometraje inici谩tico, aquel que permiti贸 descubrir a un autor que siempre, con sutiles variaciones, con sus alzas y sus bajas, permaneci贸 fiel a su mundo melanc贸lico y a su estilo minimalista. Desde entonces, Jim Jarmusch ha estado al menos una decena de veces en la selecci贸n oficial del Festival de Cannes (en el 2005 gan贸 el Gran Premio del Jurado por Flores rotas, que tanto le deb铆a al estupendo protag贸nico de Bill Murray) y ahora regresa una vez m谩s, con dos pel铆culas a falta de una. Para dentro de un par de d铆as est谩 anunciado, fuera de concurso, en las sesiones de medianoche, Gimme Danger, su esperado documental sobre The Stooges, la legendaria banda que cre贸 Iggy Pop en Detroit, all谩 por 1967. Pero mientras tanto, Jarmusch trajo ayer no s贸lo uno de los mejores t铆tulos de la competencia, que este a帽o ostenta un nivel particularmente alto, sino tambi茅n el que quiz谩 sea uno de sus films m谩s valiosos y singulares, una peque帽a maravilla titulada Paterson.
En todo Cannes, no debe haber un film m谩s econ贸mico, m谩s frugal y a la vez m谩s preciso que Paterson, como si Jarmusch hubiera concebido su nuevo largometraje a la manera de un haiku. La misma austeridad, sutileza y libertad de esa ancestral forma de poes铆a japonesa se respira en esta pel铆cula que, a la vez, no podr铆a ser sino esencialmente estadounidense, por sus ambientes y por sus personajes. Si en la base del haiku hay una percepci贸n directa de las cosas, apegada a lo sensible y libre de conceptos abstractos, 鈥渦na mera nada, pero inolvidablemente significativa鈥, como alguna vez lo defini贸 el ingl茅s Reginald Horace Blyth, uno de sus primeros difusores en Occidente, lo mismo sucede con el nuevo film de Jarmusch, que hace de la poes铆a no s贸lo la vocaci贸n de su protagonista sino tambi茅n la raz贸n de ser de la pel铆cula toda.
En las ant铆podas de su villano en Star Wars: El despertar de la fuerza, Adam Driver es Paterson, un amable conductor de 贸mnibus de la ciudad de鈥 Paterson, en el estado de Nueva Jersey, all铆 donde William Carlos Williams, pionero del modernismo en la poes铆a de su pa铆s escribi贸 su obra cumbre, titulada... Paterson. En la id铆lica rutina que va de un lunes a un viernes, Paterson se despierta cada ma帽ana en la dulce compa帽铆a de Laura (Golshifteh Farahani) y va a conducir su 贸mnibus por la ciudad, mientras va escribiendo mentalmente los poemas que luego volcar谩 en su 鈥渓ibreta secreta鈥, como la llama su mujer, que le ruega una y otra vez que la fotocopie, para que su obra no corra el riesgo de perderse. Por si la fortuna quisiera que Paterson se estrene en Argentina, conviene no adelantar lo que sucede el s谩bado, pero habr谩 que saber que el domingo, un encuentro fortuito con un desconocido (japon茅s, para m谩s datos) producir谩 en Paterson una peque帽a epifan铆a, acorde con lo que se ha visto del personaje en esa semana de su vida.
En no mucho m谩s que una semana, tambi茅n, transcurre la acci贸n de otro de los grandes t铆tulos de la competencia oficial del Cannes tan benigno de este a帽o: Toni Erdmann, la nueva pel铆cula de la gran directora alemana Maren Ade. Conocida en Argentina por Entre nosotros, con la que en el 2009 hab铆a ganado el Oso de Plata de la Berlinale a la mejor direcci贸n, Ade desde entonces parec铆a haber volcado todas sus energ铆as a la producci贸n de los proyectos de otros directores (de la talla del portugu茅s Miguel Gomes y del alem谩n Ulrich K枚hler), pero siete a帽os despu茅s de su largo anterior sorprende ahora con un film propio capaz de devolverla nuevamente al primer plano internacional. Y de llevarse, hasta ahora, el entusiasmo desbordante de la cr铆tica presente en Cannes y, el domingo que viene, por qu茅 no, alguno de los premios mayores del festival, entre ellos quiz谩s a sus dos estupendos actores, Peter Simonischek y Sandra H眉ller.
驴Qui茅n es Toni Erdmann, el nombre que 鈥揷omo en el film de Jarmusch鈥 le da su t铆tulo al film? En verdad, es el alter ego de un padre a quien le cuesta una enormidad relacionarse con su hija, ya de treinta y pico, y que a trav茅s de ese alias decide incursionar en el mundo de In茅s, una completa extra帽a, esa desconocida en la que se ha convertido para 茅l. Afecto a los disfraces y a las bromas pesadas, como lo describe la primera escena, ese padre divorciado y solitario decide caer sin avisar en Bucarest, la capital de Rumania, donde In茅s trabaja como consultora para una financiera alemana. Y cuando el abordaje tradicional no funciona y se da cuenta de que para In茅s su llegada es una suerte de cat谩strofe, no tardar谩 en calzarse una peluca y unos dientes postizos y convertirse en Toni Erdmann, esa pesadilla que se entromete en todos y cada uno de los encuentros profesionales y personales de su hija.
Como ya suced铆a con la protagonista de Entre nosotros, aqu铆 tambi茅n se percibe un profundo malestar existencial en In茅s, que quiere convencerse a s铆 misma de que es una mujer independiente y exitosa en su profesi贸n (y a su manera sin duda lo es), pero que sin embargo responde a una estructura de poder de la que ella no es m谩s que un mero engranaje, una pieza m谩s en un mundo esencialmente masculino y que prioriza la entrega a la corporaci贸n (encargada de 鈥渞acionalizar鈥 empresas y 鈥渂ajar costos鈥 en la emprobrecida Rumania) por encima de cualquier otra consideraci贸n.
La irrupci贸n del ins贸lito, impredecible 鈥淭oni Erdmann鈥 en ese contexto producir谩 todo tipo de rupturas, no s贸lo en el entorno laboral de In茅s sino en el desarrollo de la pel铆cula misma, capaz pasar de una situaci贸n dram谩tica a una desopilante sin transiciones ni aviso previo. La sorpresa permanente, los cambios de tono, los impensados giros de gui贸n, que nunca resultan forzados sino por el contrario, siempre naturales y espont谩neos, hacen de Toni Erdmann una pel铆cula por dem谩s infrecuente, que logr贸 un raro prodigio en Cannes: hacer estallar de aplausos a la funci贸n de prensa a plena escena abierta, cuando In茅s (la magn铆fica Sandra H眉ller) interpreta a los gritos, a la manera de un cat谩rtico karaoke, su cover de 鈥淭he Greatest Love of All鈥, la empalagosa canci贸n de Whitney Houston que primero resulta inc贸moda, luego se vuelve muy graciosa y termina siendo genuinamente conmovedora, considerando que al piano la acompa帽a ese padre que no piensa abandonar su causa hasta que su hija al menos logre pensar qu茅 significa para ella una palabra tan grande y tan esquiva como 鈥渇elicidad鈥.
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