En la vasta mitolog铆a china existe una leyenda an贸nima sobre el destino, conocida como 鈥淗ilo Rojo鈥. El relato sugiere que, al momento de nacer, los dioses ataron en sus tobillos a todas las personas entre s铆 con un hilo invisible de color rojo, el cual conecta y relaciona a quienes est谩n destinados a vincularse afectivamente. El hilo puede estirarse, enredarse y hasta aflojarse, seg煤n las circunstancias, pero en ning煤n caso se puede romper. Seg煤n este mito, todo lo que ocurre en el planeta no tiene una relaci贸n ca贸tica o casual, sino m谩s bien persigue sutiles reglas de conducta causales. Esta antigua leyenda es la que sirve de inspiraci贸n para la trama de Touch, la serie dram谩tica que Fox estrena mundialmente ma帽ana a las 22, y que vuelve a traer a la pantalla chica a Kiefer Sutherland tras dos a帽os de ausencia, luego de su excepcional 鈥搚 arduo鈥 trabajo como Jack Bauer en 24 (ver aparte). La ficci贸n, de trece cap铆tulos, cuenta con el adicional de ser una creaci贸n de Tim Kring, el mismo hombre que estuvo detr谩s de H茅roes, lo que conforma un combo atractivo delante y detr谩s de c谩maras.
El regreso a la TV de Sutherland es una noticia de atracci贸n en s铆 misma. Sobre todo para los fan谩ticos de 24, esa adrenal铆nica serie a pura acci贸n que durante ocho temporadas dej贸 a los televidentes extasiados, angustiados y con la lengua afuera. Dos a帽os despu茅s, el actor vuelve al ruedo con una serie y un personaje que pueden considerarse que est谩n en el extremo opuesto de su 煤ltimo trabajo. En Touch el ritmo se desacelera, deja la fren茅tica continuidad de 24, para tomar un tamiz m谩s introspectivo, a tono con la tem谩tica que aborda. Aqu铆 el peso est谩 puesto en un padre que no sabe c贸mo conectarse con su 煤nico hijo, supuestamente autista. Hay algo de acci贸n, es verdad, pero Sutherland abandona la actuaci贸n f铆sica para un personaje que debe transmitir su sufrimiento desde lo emocional. Una historia de emoci贸n, con dosis de acci贸n.
El eje de Touch es Martin Bohm (Sutherland), viudo y padre angustiado ante la incapacidad de conectarse emocional y verbalmente con su hijo de 11 a帽os, Jake (David Mazouz). Martin ha intentado todo para establecer un v铆nculo, pero Jake parece completamente ajeno al mundo para refugiarse en sus cuadernos y n煤meros. Jake nunca habla, demuestra un m铆nimo de emociones y nunca permite que lo toquen, ni siquiera su padre. Como la asistente social Clea Hopkins (Gugu Mbatha-Raw) cree que Martin est谩 superado por la situaci贸n de su hijo, que fue a cinco escuelas en siete a帽os, Jake es enviado a una instituci贸n especializada para ser cuidado y monitoreado por profesionales. Martin, que desde la muerte de su mujer en el atentado a las Torres Gemelas abandon贸 su carrera de periodista para deambular por diferentes trabajos, no se perdona haberse alejado de su hijo.
Pero la esperanza de poder relacionarse aparece 鈥搇a llave de soluci贸n de los problemas de la vida real siempre es m谩s sencilla de encontrar en la ficci贸n鈥 cuando Martin conoce a Arthur Teller (Danny Glover), un profesor y experto en ni帽os con habilidades especiales vinculadas con los n煤meros. Gracias a sus consejos, Martin descubre que Jake posee un don extraordinario por medio del cual puede percibir e identificar patrones ocultos que interconectan la vida de las personas. As铆 llega la revelaci贸n que anhelaba: su hijo intenta comunicarse, pero a trav茅s de n煤meros. Mientras intenta descifrar los mensajes, Martin ayudar谩 a individuos en diferentes partes del mundo a conectarse mientras sus vidas se relacionan de acuerdo con los patrones previstos por su hijo. En este punto es cuando el sencillo personaje de Sutherland toma cierto vuelo heroico, aunque diferente de Jack Bauer: los esfuerzos por conectarse con su hijo, en alg煤n punto, definir谩n el destino de la humanidad.
鈥淟os patrones est谩n ocultos a la vista de todos. S贸lo hay que saber mirar. Lo que todos ven como un caos en realidad sigue sutiles reglas de conducta. Las galaxias, las plantas, las conchas marinas... Los patrones no mienten. Pero s贸lo algunos entendemos c贸mo encajan las piezas鈥, explica Jack al comienzo de la serie que hace que aquello que a los ojos de cualquier mortal puedan parecer simples coincidencias se transforme en engranajes de un mismo sistema, que funciona aceitadamente a trav茅s de causas y efectos, en el que todo y todos reaccionan ante todo. La conspiraci贸n en Touch tambi茅n vuelve a aflorar, aunque pensada en t茅rminos m谩s originarios, profundos y estructurales de la vida interplanetaria.
Sin la carga heroica de Bauer, Sutherland viene a demostrar su capacidad actoral, componiendo a un personaje de carne y hueso. La fragilidad de Martin conmueve al espectador, produciendo una sensible empat铆a que complementa a su inolvidable agente. En Touch, su motor deja la magnificencia de tener que salvar a la humanidad para un tono m谩s cotidiano y genuino, m谩s cercano a los televidentes: su verdadera misi贸n parece ser demostrarle a su hijo que lo escucha y lo comprende. Por eso, s贸lo por eso, es que Martin hace lo posible para que sus premoniciones num茅ricas lleguen a buen puerto. No lo mueve otra b煤squeda ni fin m谩s que recomponer la relaci贸n padre-hijo. O comenzar a encauzarla.
Entre el suspenso que propone esa teor铆a de la interconectividad humana y el drama filial, Touch se destaca m谩s por la manera en que se desarrolla el v铆nculo entre padre e hijo, por las dificultades que enfrenta, que por la resoluci贸n del mito que en cada episodio se pone en marcha. Es que las tramas basadas en ni帽os autistas hipersensoriales que pueden ver m谩s all谩 y antes que el resto de los mortales, anticipando sucesos, no deja de resultar un clich茅 transitado por la industria audiovisual (desde la pel铆cula Al rojo vivo a fines de los 鈥90 hasta la m谩s reciente y local El elegido). Adem谩s de ser una soluci贸n f谩cil y siempre a mano para los guionistas.
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