De amplia trayectoria televisiva (debutó en 1981 como actor secundario en diferentes telenovelas), Olmi reconoce que el cine es uno de los lugares en los que se siente más cómodo a la hora de trabajar. Desde Los chicos de la guerra hasta Cleopatra, Bar El Chino o El faro, el actor encontró en la pantalla grande no sólo un lugar para expresarse sino también un arte para disfrutar como televidente, que lo llevó a conducir ciclos dedicados al séptimo arte como El otro cine (Canal 7, 2000) y Telefé cortos (Telefé, 2000). “El cine te abre una infinita posibilidad creativa. La TV no otorga, por diversos factores, esa libertad. Sangre del Pacífico es una película que escribí, produje y que dirijo. Si sale bien y viene a ver mucha gente, bárbaro. De lo contrario, la pasé genial haciéndola. En eso sigo al pie de la letra un principio budista: renuncio al propio fruto de mis propias acciones. Porque nunca hay que olvidar que cada película son dos: una es la que el espectador ve, y la otra es la que vivimos los que hacemos el film”, confiesa Olmi, a quien este año se lo podrá ver, delante de cámaras, en Cuando ella saltó, de Sabrina Farji. Sin esconder su felicidad, Olmi posee como director de producción de la película a su hermano (Diego Flesca), por lo que dice estar haciendo realidad el sueño del pibe. “Me acuerdo –rememora el actor, autor y director– que cuando éramos chicos jugábamos a hacer como que estábamos filmando una película. Hoy, cuarenta años después, cumplimos el sueño. Y lo bueno es que seguimos jugando, aunque con la responsabilidad del dinero, la industria y, sobre todo, de devolverle a la sociedad con el film algo de lo que recibo. Que no es necesariamente una devolución económica: la creación es una herramienta increíble de conocimiento y curación, tanto para el que la ejecuta como para el que la recibe.”
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