Lunes, 17 de marzo de 2008 | Hoy
CINE
De amplia trayectoria televisiva (debutó en 1981 como actor secundario en diferentes telenovelas), Olmi reconoce que el cine es uno de los lugares en los que se siente más cómodo a la hora de trabajar. Desde Los chicos de la guerra hasta Cleopatra, Bar El Chino o El faro, el actor encontró en la pantalla grande no sólo un lugar para expresarse sino también un arte para disfrutar como televidente, que lo llevó a conducir ciclos dedicados al séptimo arte como El otro cine (Canal 7, 2000) y Telefé cortos (Telefé, 2000). “El cine te abre una infinita posibilidad creativa. La TV no otorga, por diversos factores, esa libertad. Sangre del Pacífico es una película que escribí, produje y que dirijo. Si sale bien y viene a ver mucha gente, bárbaro. De lo contrario, la pasé genial haciéndola. En eso sigo al pie de la letra un principio budista: renuncio al propio fruto de mis propias acciones. Porque nunca hay que olvidar que cada película son dos: una es la que el espectador ve, y la otra es la que vivimos los que hacemos el film”, confiesa Olmi, a quien este año se lo podrá ver, delante de cámaras, en Cuando ella saltó, de Sabrina Farji. Sin esconder su felicidad, Olmi posee como director de producción de la película a su hermano (Diego Flesca), por lo que dice estar haciendo realidad el sueño del pibe. “Me acuerdo –rememora el actor, autor y director– que cuando éramos chicos jugábamos a hacer como que estábamos filmando una película. Hoy, cuarenta años después, cumplimos el sueño. Y lo bueno es que seguimos jugando, aunque con la responsabilidad del dinero, la industria y, sobre todo, de devolverle a la sociedad con el film algo de lo que recibo. Que no es necesariamente una devolución económica: la creación es una herramienta increíble de conocimiento y curación, tanto para el que la ejecuta como para el que la recibe.”
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