Sábado, 16 de octubre de 2004
Final del juego
Donde sigue el velorio de la lógica y se plantea el enigma de Pedro Damián.
Por Leonardo Moledo
La lógica joven se paseaba, sirviendo café. Lo tomaban los otros lógicos con displicencia, se recostaban contra las paredes, y hablaban de cualquier cosa. Cada tanto, entraban vecinas en ruleros, rapaces desharrapados y ansiosos, que hacÃan rodar una pelota de fútbol entre los lógicos y que se gritaban frases y palabras de una obscenidad increÃble. Una lógica madura se desmayó: ¿atribuible al hedor de las flores de plástico, al rÃspido acicate de la pelota de fútbol? ¿Concebible acaso que una lógica entrada en años, para quien la realidad no guarda ya secretos formales, sucumba ante las locuras de un rapaz? Misterios insondables de la semántica, palabras con resonancias terribles, referencias brutalmente empÃricas a los objetos más Ãntimos, a los lugares más recónditos del cuerpo, y que en ese mismo velorio se mostraban profanados. AllÃ, a la vista de todos. ¿Quién no tiembla ante un cadáver desflorado?
Señores de mirada seria entraban y salÃan. En las casas vecinas se encendÃan los primeros televisores del atardecer, desgranando series policiales y pelÃculas de alto voltaje. El cadáver articulado de la lógica se movÃa: las afiladas discusiones generaban una corriente de aire que lo hacÃa oscilar y los familiares, apresuradamente, trataban de acomodarlo de tal manera que pudiera resistir el viento de la mejor manera posible, pero el aire, como siempre, desbarataba sus planes. Dos niños muy sucios empezaron a jugar a las figuritas en la capilla ardiente y nadie se atrevió a echarlos de allÃ: entre los concurrentes circulaba la curiosa idea de que ese velorio era algo asà como un paseo público, que el verdadero velorio, el ontológicamente válido, se llevaba a cabo en otra parte, donde todos los aspectos discordantes se ensamblaban en un lenguaje perfecto, y donde el cadáver no se moverÃa. A eso de las ocho llegó la madre de la lógica descuartizada: se arrojó llorando sobre los alambres, que se contrajeron como si en verdad fueran músculos, y la abrazaron. La madre no hizo nada para desprenderse de su hija muerta, y se quedó asÃ, atrapada en un espasmo de espanto hasta la medianoche.
A las once en punto entró el embajador inglés, acompañado por el capataz de la fábrica de fósiles. Los medios se precipitaron sobre él, atiborrándolo a preguntas y micrófonos, mientras el capataz se ocupaba de que la lógica joven le sirviera un café. Conversó brevemente con algunos conocidos, se aproximó, soñador al cadáver, probó el café, recordó sus épocas de funcionario en las colonias, y se fue. De alguna manera, el embajador inglés habÃa conseguido ubicarse en el centro de la trama. Era reconfortante, pero también era inexplicable.
–Bueno –dijo el Comisario Inspector–. Avancemos un poco sobre lo que dios puede o no puede hacer, planteando el enigma de Pedro Damián. ¿puede Dios hacer que Roma no haya sido fundada habiendo sido fundada?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿PodrÃa? ¿Por qué el Comisario Inspector se refirió a Pedro Damián? ¿Y por qué el embajador de Inglaterra aparece en el centro de la trama?
Correo de lectores
Hola, amigos!
La potestad de emitir dinero de circulación legal en Estados Unidos corresponde a la Reserva Federal. Y todo el mundo sabe que nadie osa meterse con el Sr. Greenspan. Además, emitir dinero trucho es un delito verdaderamente grave, por lo que Dios podrÃa dar con su divino trasero a la prisión.
DarÃo A. Alonso
LAS CUENTAS DE WOODY ALLEN
Si Dios no existe, o no es material, o no es omnipotente, no podrá depositar un millón de dólares en la cuenta de Woody Allen (o dárselo en mano). Todo depende de lo que se tome como premisa verdadera. Mataron a la lógica porque conviene, si no no se podrÃa vivir en este mundo.
SofÃa Esmeralda Auné
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