La llegada de un libro como Sangre joven era inminente en el nuevo panorama de la cr贸nica argentina. Si Cuando me muera quiero que me toquen cumbia de Cristian Alarc贸n ocupa por excelencia el lugar de la cr贸nica sobre lo marginal, los pibes chorros y la muerte f谩cil, era cuesti贸n de tiempo para que alguien siguiera la l铆nea y se encargara de la muerte joven. Y as铆 plantea el juego Javier Sinay, con el objetivo de que no sea un libro descriptivo de una clase social sino el retrato de una generaci贸n: 鈥淓n mi cr贸nica no intent茅 revelar por qu茅 alguien que muchas veces no tiene permiso para tomar alcohol ni para votar elige matar, ni tampoco indagu茅 en las estad铆sticas criminales de los adultos j贸venes y los menores; lo que persegu铆, en cambio, fueron las claves para retratar ese universo juvenil y a sus personajes, dejando de lado los estereotipos鈥 dice el autor en la introducci贸n.
Aunque la clase alta no aparece, Sangre joven reconstruye seis historias en donde los j贸venes son tanto los que matan como los que mueren. Dos entran en el rango de los cr铆menes pasionales: el pibe acuchillado por un novio celoso en la discoteca El Teatro y la chica de La Plata asesinada y enterrada en la calesita del bosque por su primo. Les siguen la sangre fr铆a de la masacre de Carmen de Patagones, la marginalidad de la chica que apu帽al贸 a un pibe a la salida de la bailanta S鈥機ombro, la aparente inocencia del caso del Hombre Ara帽a 鈥搖n chico que trepaba a los balcones鈥 y el homicidio sin resolver de un joven de Chascom煤s. La mayor铆a de estos casos tuvieron gran repercusi贸n en los medios de comunicaci贸n y eso parece estar bastante claro para Javier Sinay. En cierta medida, Sangre joven intenta dar cuenta de aquellas esencias que quedaron afuera del relato medi谩tico, incapaz de no ligar este tipo de hechos sociales con los pat茅ticos simbolismos que construye d铆a a d铆a como la inseguridad y las adicciones. Sinay busca en detalle los personajes e instala la pregunta antes que la explicaci贸n, construye los relatos como si fueran ficci贸n, bien de adentro, reconociendo subjetividades. Un trabajo arriesgado pero inevitable. Eso lo lleva, en muchos casos, a una mezcla entre el relato policial m谩s desapegado y un tono dram谩tico, sobre todo cuando la primera persona entra en escena. Es un equilibrio bastante particular que permite formular, en todo caso, ciertas preguntas sobre los modos de narraci贸n de la violencia. Por ejemplo, si desde lo literario el policial negro fue y sigue siendo un tipo de discurso que permite relatar las disfuncionalidades de una sociedad, bucear en la marginalidad y adentrarse en las grietas de la aparentemente s贸lida civilizaci贸n, en el 谩mbito de lo period铆stico, del trabajo directo con los materiales reales, 驴no es el policial el lugar por excelencia del sensacionalismo?
En ese sentido vale decir que Javier Sinay sale bien parado, porque, m谩s all谩 y sobre todo, su relato responde a una de las bases de la cr贸nica: la experiencia. En Sangre joven se nota la calle, las entrevistas, la b煤squeda; una investigaci贸n muy lograda que alcanza momentos altos como es el caso de la entrevista en la c谩rcel a la chica que asesin贸 a pu帽aladas a un chico a la salida de S鈥機ombro, un trofeo (sombr铆o, claro) para Sinay. Habr铆a que decir que es un libro jugado por la violencia que abunda, la crudeza, el car谩cter controversial de las historias. Pero lo cierto es que todas esas caracter铆sticas pertenecen m谩s bien a la realidad de los sucesos y no al libro. En Sangre joven no hay afirmaciones arriesgadas, grandes enunciados o formas de la ruptura; no hay tampoco discusiones, ni juicios morales. El trabajo de Javier Sinay es m谩s simple y tambi茅n m谩s valioso: reconstruir lo mejor posible los aspectos cotidianos, los rincones m谩s normales y dentro de lo com煤n de las historias y los personajes para evitar el relato extraordinario. En la escritura casi costumbrista de un tipo de juventud, en las conversaciones con los personajes que rodearon los cr铆menes y las reconstrucciones sencillas de los hechos, Sangre joven consigue una frialdad impactante y efectiva. Vale la pena leerlo y que las historias, que a veces vemos con indiferencia en los medios de comunicaci贸n, vuelvan a golpearnos o helarnos la sangre.
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